Varias
prendas de colores vivos se secaban en la barandilla del ghat bajo lamirada de dos mujeres con varios niños pequeños.
A unos metros, flotaba sobre el agua una construcción blanca abierta por varios
arcos. Más lejos, hacia la izquierda, el Lake Palace, uno de los hoteles más
exclusivos del país. Mi tío hizo gestiones para ir a cenar durante nuestra
estancia pero sólo se permitía el acceso a los huéspedes. Tuvimos que conformarnos
con las imágenes de la web y las de la película Octopussy.
Bagore Ki Haveli fue la casa de un primer
ministro. Por las tardes ofrecían un espectáculo de danza regional. La entrada
era barata, 30 rupias por cabeza y otras 30 rupias por la cámara. El lugar y
las colecciones merecían la pena.
Pena era lo que daba el estado en que se encontraba el haveli antes de que lo reconvirtieran en un centro cultural. Habían dejado una habitación en su estado original como muestra de ello. El revoco estaba podrido.
El edificio, con sus diversos patios, acogía varias
salas que reproducían la vida tradicional en un haveli. Dormitorios, salas de estar,
la cocina y otras estancias exhibían diversas piezas de interés. Un pequeño
santuario, la sala de música, un vestidor, la colección de turbantes o el baño,
daban cuenta de aspectos cotidianos.
Lo más curioso era la colección de marionetas. Estaban perfectamente caracterizadas, vestidas y enjoyadas. Algunas eran de tamaño natural y tan reales que parecía que darían un salto y se pondrían a bailar. Una corte de barbudas y bigotudas marionetas descansaban tras un esfuerzo desconocido. Las mujeres del harén mostraban su belleza.
Desde la azotea disfrutamos de otra hermosa vista.
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