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Los saris son el color de la India 107 (2011). Umaid Bhawan Palace.


 

Teníamos un antojo y lo cumplimos: ser tratados como príncipes. Le explicamos a Krishna nuestra intención de comer en el Umaid Bhawan Palace pero no captó nuestro capricho. Preguntó si llevábamos incluido el almuerzo en nuestro hotel, le confirmamos que no y él nos condujo al restaurante de referencia de la ciudad, On the rock. Le insistimos en nuestro capricho, nos miró como a extraterrestres y nos condujo a la verja del palacio nuevo, que aún habitaba el maharajá. En la puerta también se extrañaron de nuestra presencia y nos advirtieron de que el consumo mínimo eran 2000 rupias por cabeza. Un cálculo rápido nos llevó a aceptar inmediatamente. Inmediatamente la guardia de seguridad cursó nuestra reserva.



Un empleado nos esperaba con un boogie al otro lado. Se ofrecía a transportarnos o, si preferíamos, podíamos conducirlo hasta el edificio principal. Sin dudarlo, me senté a los mandos. El empleado advirtió el ansia por conducir y nos explicó que era sólo hasta la entrada del edificio. Montados sobre el vehículo eléctrico (y perseguidos por el empleado) apreciamos que la distancia era considerable, el edificio mayor de lo que imaginábamos de lejos y que los jardines eran sencillos y magníficamente cuidados. En la puerta nos esperaba ceremoniosamente un empleado vestido a la forma tradicional. Nos saludó como a invitados del príncipe.

La tonalidad rosada la producía la arenisca rosa de Chittar-porque Chittar Palace era otro de sus nombres-. Una cúpula enhiesta coronaba el centro del edificio. La cúpula la flanqueaban cuatro torres adosadas que recordaban la estructura tradicional india de la montaña con cinco picos. En los extremos, otras cuatro torres. El estilo combinaba lo indio y lo británico, muy colonial.



Se inició en 1929 y tardaron quince años en terminarlo. Se inició con la crisis y se terminó cerca de la Independencia. Dicen que el maharajá promovió la obra para dar trabajo a sus súbditos en una época especialmente complicada. Poco pudo disfrutarlo. Umaid Singh murió cuatro años después.

Gaj Singh II residía en un ala del palacio. Otra parte se había convertido en museo y la tercera era un hotel de lujo asiático regentado por la cadena Taj.

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