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Los saris son el color de la India 31 (2011). Operación "maletas al desierto". Y el Rahu Kalam.


 

A quien madruga Dios le ayuda, dice el refrán español. Quizá por ello nos despertamos temprano para que el rescate de nuestras maletas contara con el apoyo divino. Pero aquello era la India y allí imperaba el Rahu Kalam. Es un momento del día que los astrólogos consideran como poco auspicioso para iniciar cualquier actividad. Como carecíamos de astrólogos a quien preguntar y de calendario hindú que nos confirmara ese periodo de tiempo, nos lanzamos a esa labor de rescate sin dilación. Siempre nos quedará la duda de si el Rahu Kalam coincidió con aquellas horas. Porque las primeras gestiones fueron un desastre.

Emprendimos el día según el protocolo: salto de la cama, ducha, desayuno (sin los grandes éxitos de Bolywood y sí con las noticias en hindi), cierre del exiguo equipaje y cierre de habitación. Krishna nos esperaba abajo. Llamó mi tío al servicio de maletas del aeropuerto pero se habían caído los sistemas informáticos y tuvimos que esperar a que los reiniciaran. Una segunda llamada fue más frustrante todavía: no entendía nada. El supuesto inglés del empleado era imposible de descifrar. Le pasó el teléfono a la persona de recepción y ésta le dijo que no podía facilitarle ninguna información. Telefoneó a nuestro enlace, Brahma, por si la intercesión de una de sus encarnaciones pudiera dar frutos. Nos pidió paciencia. Nos sentamos en el hall del hotel a contemplar cómo los mosquitos (y algún insecto mayor) eran aniquilados por los sistemas instalados en el establecimiento. Apasionante. Salimos un par de veces a fumar. Dos horas perdidas.

De pronto, Krishna se acercó con su teléfono y se lo entregó a mi tío precedido de un excuse me, sir. Buenas noticias: podíamos recoger las maletas en el aeropuerto. El Rahu Kalam había terminado.

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