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Por el corazón de la via Francigena 79 (2014). San Marcos y Savonarola II.


Imagen con licencia Creative Commons. Referencia: Wikipedia.

 

A finales de 1494 Carlos VIII de Francia invade Italia. Se interpretó como un castigo divino presagiado por Savonarola. La ciudad mandó una embajada encabezada por el dominico para evitar la toma de la ciudad. A pesar de ello, entró el 17 de noviembre. Temían que la ciudad fuera saqueada. Una nueva embajada de Savonarola salvó la ciudad. Benavent nos resume su éxito:

Cuentan las biografías antiguas, y los cronistas del momento, que cuando Savonarola estaba ante el rey le mostró un crucifijo, que se había sacado del pecho, y le dijo que Dios lo había elegido para llevar a cabo grandes obras para la república cristiana, que su presencia en Florencia no era del agrado de Dios y que su voluntad era que llegase cuanto antes a Nápoles, objetivo final de su viaje. Quedó el rey sorprendido por la fama que tenía Savonarola y prometió que no tocaría Florencia y que haría lo que la había dicho.

El 25 de noviembre Florencia firma el tratado de reconciliación con Carlos VIII. Toda la ciudad estaba convencida de que el mérito de la paz se debía a Savonarola.

Piero de Medici fue rechazado como hombre fuerte de la ciudad y se inicia lo que se denomina como República de Savonarola, un tiempo de reforma de la vida moral y política de Florencia. Los partidarios de los medici serán uno de los bloques de grandes enemigos del dominico.

El otro será el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borja), nombrado el mismo año de la muerte de Lorenzo de Medici. La oposición a que Florencia se uniera a la Liga Santa contra Carlos VIII y los posteriores ataques a la corrupción del Papa, que no era un dechado de virtudes, le grajearon una fuerte oposición que irá desde la prohibición de predicar, a finales de 1495, la disolución de la Congregación de San Marcos y su incorporación a la Congregación Tosco-romana, o la amenaza de excomunión para los que se atrevieran a apoyarle. Incluso, fueron confiscados los bienes de los mercaderes florentinos en Roma para que presionaran para el cese de los ataques al pontífice. Al final fue excomulgado y capturado en el convento tras una auténtica batalla con varios muertos. Esa terrible escena cambió la vida de Fra Bartolommeo, que también trabajó en el convento y que pintó al prior (el cuadro está en el museo). A consecuencia de aquella escena se hizo monje. Algunas de sus obras están diseminadas por los museos de la ciudad.

Tras ser torturado fue quemado como hereje en la plaza de la Signoria el 23 de mayo de 1498. Sus cenizas fueron arrojadas al Arno.

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