Al otro lado del gran salón, las
estancias de Cosme el Viejo, Lorenzo el Magnífico y de su hijo, quien llegó a
ser el papa León X. Todo está repleto de representaciones gloriosas en techos y
paredes.
En el segundo piso, las
estancias de los Elementos, a un lado, y las de Leonor de Toledo, al otro. En
las de los Elementos se suceden los dioses griegos. Por las de Leonor
alcanzamos las estancias de los priores o magistrados, su capilla, la amplia
sala de audiencias, la sala de las lilas, la vieja cancillería, la sala de
mapas. Una gran esfera domina ésta y nos entretenemos con los mapas de las
distintas zonas del Mediterráneo. A finales del siglo XIV su poder en la zona
oriental les permitió desplazar a los catalanes de los ducados de Atenas y
Neopatria. Ludovico Aliotti da Prato fue nombrado primer arzobispo florentino
de Atenas en 1392. La familia florentina de los Accaiaiuoli dominó Atenas hasta
que el empuje de los turcos les obligó a abandonarla. Neri Accaiaiuoli fue dos
veces duque de Atenas entre 1435-39 y 1441-51.
La vista sobre la plaza es
estupenda. Nos disponemos a coronar nuestra tercera altura, la torre de la
Signoria, la torre de Arnolfo, por Arnolfo di Cambio, que participó en la
construcción y diseño del edificio. Esta subida es más sencilla, menos
selectiva. Nos acerca más al otro lado del río, nos ofrece la catedral en
plenitud.
Abajo nos recibe una pequeña
manifestación de gentes con afiladas narices postizas, imitando a Pinocho,
personaje toscano. “Renzi non siamo su scherzia parte!”, reza una de las
pancartas contra el primer ministro. “Non siamo i polli di Renzi”.
Recordamos a Maquiavelo: “Por tanto, un príncipe no se ha de preocupar de tener
fama de cruel, si mantiene a sus súbditos unidos y leales, porque, con
poquísimos escarmientos, será más compasivo que aquellos quienes queriéndolo
ser demasiado dejan que se produzcan desórdenes”.
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