Al servicio de León X, Giovanni
Lorenzo de Medici, sirvió su sobrino, Giovanni de las Bandas Negras, el último
gran condotieri. La caballería pesada
pasaba a la historia ante la eficacia de las armas de artillería. Giovanni
añadió a su insignia las bandas negras de su apelativo y el de su escuadra de
mercenarios a la muerte de su protector y como signo de luto.
Lo contemplamos en su estatua
junto a la fachada principal de la iglesia. A los doce años cometió su primer
asesinato y a los dieciocho ya había ganado la gloria. También está en la
fachada de los Uffici. No cabe duda que fue un hombre admirado. Hacia la
estatua ecuestre de su hijo nos dirigimos.
Cosme I se encuentra encaramado
a su caballo a un costado del palacio de la Signoria. Gobernó con mano dura.
Fue elegido para encabezar la República tras el asesinato del títere Alejandro
y acabó eliminándola. Debía estar sometido a las instituciones, el Senado y el Consejo
de los Doscientos, pero acabó como duque y soberano absoluto. Los tiempos
imprimían esa forma de gobernar.
Desde esa posición en el
pedestal no se intuye la lucha que mantuvo con quienes trataron de reinstaurar
la República. Los Strozzi (habrá que visitar su palacio y su capilla)
intentaron derrocarle en 1537.
El príncipe no era muy
aficionado al arte, pero intuyó su valor como instrumento político, por lo que
impulsó el embellecimiento de la ciudad a su mayor gloria. Nombró a Vasari como
una especie de ministro de bellas artes y con su influencia y asesoramiento
decoró el palacio Viejo, fundó la Academia y ordenó la construcción del
complejo de los Uffici. A él nos dirigimos.
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