El espacio, sin bancos, es amplio.
Las columnas lo dividen en tres naves. No hay capillas laterales, aunque sí
excelentes cuadros. En la base de la cruz latina, el Nacimiento de Cristo,
de Botticelli. Desde el púlpito, en el lado de la izquierda, la Trinidad
de Masaccio, con un uso revolucionario de la perspectiva; la Resurrección,
de Vasari y San Jacinto, de Allori. La Última Cena del refectorio
era también suya.
Hacia el frente, topa la vista
con un crucifijo de Giotto. La capilla Mayor o Tornabuoni, es la más
espectacular. Está decorada por Ghirlandaio y quizá por su alumno, Miguel Ángel.
El maestro yace en el cementerio viejo. Entre 1485 y 1490 pintó las series de
la vida de la Virgen y San Juan Bautista y retrató en los acompañantes de esas
escenas a sus contemporáneos y a miembros de la rica familia benefactora. La
hermosa e inteligente Giovanna Tornuabuoni está representada en la Visitación.
Un cuadro con la misma protagonista se conserva en la colección del Thyssen de
Madrid.
A la izquierda, la capilla
Gondi, con un crucifijo de Brunelleschi y más a la izquierda, la capilla Gaddi.
Y en el extremo, subiendo las escaleras, la capilla Strozzi, con frescos de
Narno di Cione y un retablo de su hermano, Andrea Orcagna.
En la sacristía destaca otro
crucifijo de Giotto y las mayólicas de Andrea della Robbia.
Filippo Strozzi encargó la
decoración de la capilla contigua a la Mayor, a la derecha, a Filippino Lippi
(el que terminó los frescos de la capilla Bracacci), quien ejecutó unas
hermosas escenas de la vida de San Juan Evangelista y de San Felipe apóstol.
Más a la derecha, la capilla Bardi y subiendo las escaleras, la espectacular
capilla Rucellai, del siglo XIV con los frescos que representan el infierno y
el paraíso, de Orcagna. Y una virgen con el niño de Nino Pisano. Aquí estuvo la
virgen Rucellai, de Duccio di Buoninsegna, que hemos visto en los Ufficci.
Lo mejor sería seguir hacia la
antigua farmacia, comprar un perfume o algún ungüento y tratar de organizar y
asimilar la Biblia y las vidas de santos en imágenes, los nombres de tantas
nobles familias y de tantos ilustres artistas. Stendhal regresa a primera hora
de la mañana. Y continuar hacia el Duomo no es la mejor manera de combatirlo.
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