Buscando la entrada observamos
unos hermosos arcos bicolores de inspiración oriental. Sus muros están repletos
de escudos. Al otro lado se encuentra el cementerio viejo, marcado por la
verticalidad de los cipreses.
La fachada, la más antigua de
las originales de las grandes iglesias de Florencia, es muy hermosa. El hecho
de que la parte inferior sea gótica y la superior renacentista, con diseño de
León Bautista Alberti, no impide una armonía singular. La combinación de mármol
blanco con otras tonalidades y la decoración geométrica y sencilla sigue
fascinándonos.
El nombre de Alberti se vincula
con el de Giovanni Rucellai, un mercader y banquero que se codeaba con los
Medici. La fachada del palacio Rucellai también fue diseñada por el mismo arquitecto.
Las familias ricas tenían por costumbre nombrar un arquitecto de confianza. Ese
arquitecto de su devoción era el encargado de diseñar una capilla que ayudara a
recordar a la familia benefactora. El claustrillo de la muerte es la capilla
funeraria de los Rucellai.
Las lápidas quedan adosadas a
los muros. Una columna despliega sus arcos como una palmera que se soltara la
melena de sus ramas. En las bóvedas aún pervive el cielo estrellado. Peor
suerte han corrido los frescos de los muros. Algún fragmento se ha salvado y lo
han trasladado a otras salas. Debió ser hermoso.
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