Solucionar pequeños problemas de
logística forma parte del viaje y a ello ha de consagrarse una parte del
tiempo. El necesario para dejar cerrado el desplazamiento de mañana a Bolonia.
La Estación Central, Santa María Novella, junto a la basílica del mismo nombre,
está a pocos minutos andando.
Saliendo del hotel a la izquierda
está la plaza de la Independencia, verde, rectangular, amplia. Desde allí
giramos a la izquierda, pasamos cerca del mercado Central y nos mezclamos con
el pueblo soberano que va a cumplir con sus deberes. El ajetreo es total en las
inmediaciones de la estación.
Dicen que la estación acoge
ciertos valores arquitectónicos que nuestro deseo por cerrar la gestión lo más
rápidamente posible y las prevenciones que se deben tomar en todo lugar de
masas nos impiden disfrutarlo. Un cuarto de hora después y con 30 euros menos en
el bolsillo cruzamos la plaza hacia nuestro primer destino del día.
La estación nació de la
expropiación de terrenos del convento y la basílica para su construcción. Si ya
el complejo es actualmente enorme, antiguamente fue inmenso. Y rico.
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