Brunelleschi vuelve a aparecer
en forma de sillares almohadillados. Su proyecto, tras su muerte, fue
esencialmente respetado. Quizá nunca pensó en alumbrar un palacio de tan
grandes proporciones.
Hemos continuado por vía
Guicciardini, un hábil político que fue durante un tiempo embajador en España,
hasta la plaza Pitti. La ligera cuesta hasta el palacio está repleta de gente
que ha decidido descansar y tomar el sol de la tarde, bastante generoso.
Luca Pitti, mercader de gran
fortuna, quiso demostrar su poder con un palacio acorde a su riqueza y que
rebasara al Medici-Riccardi. Pero, a su muerte, en 1472, las obras fueron
paralizadas y su familia fue a la bancarrota. Quizá también influyó en ello la muerte
de su aliado Cosme el Viejo.
Leonor de Toledo, esposa de
Cosme I, compró el palacio en 1549 y reanudó las obras. Desde entonces, fue la
residencia de los Medici y de los gobernantes posteriores de la ciudad, los
Lorena o Napoleón. También fue la residencia de los Saboya entre 1865 y 1871,
tiempo en que Florencia fue la primera capital de la Italia unificada. En 1919
pasó al estado italiano.
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