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Por el corazón de la via Francigena 48 (2014). Oltrarno.

 


Comer, beber algo y descansar las piernas: las obligaciones del viajero florentino. Y una buena opción es un buen trozo de pizza o un panino sentados al costado del baptisterio, que parece asediado por las vallas y los trabajos de mantenimiento y recuperación. Se atisba la catedral, nos entretenemos con el discurrir de la gente. El trasiego es constante.

Se necesitaría una mañana o una tarde intensas para poder asimilar con garantías Oltrarno, la ciudad al otro lado del río Arno. Es zona animada, repleta de tiendas, residencia de muchos florentinos. Era la tradicional zona de artesanos. Para comer o cenar, piazza della Passera.

Hacia el oeste, Ponte Vecchio a la derecha, el entramado de calles acoge dos iglesias con excelentes tesoros. La capilla Brancacci, en la iglesia del Carmen, con maravillosos frescos iniciados por Masolino da Panicale, continuados por Masaccio y concluidos por Filippino Lippi décadas después. Masaccio se fue a Roma y no regresó al sorprenderle la muerte en 1428. El fundador de la pintura renacentista había dado un nuevo sentido al espacio, al hombre, a sus derechos.



En 1436, Felice Brancacci, impulsor de la decoración, fue desterrado por el advenimiento de los Medici. En 1480 retomó la obra Filippino Lippi, que respetó el estilo de los anteriores pintores. ¡Quién pudiera observar la salvación de la Humanidad por Jesucristo a través de San Pedro!

La otra joya es la basílica del Santo Spirito, obra de Brunelleschi con unos hermosos frescos en el refectorio obra de Andrea Orcagna. También se encuentra un crucifijo de Miguel Ángel, que realizó aquí estudios anatómicos con los cadáveres del hospital del convento.

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