Lo rodeamos para apreciar si es
cierto que el perfil derecho es concentrado y varonil y cargado de expectación
y el izquierdo sereno e infantil. Su musculatura es intensa. Las manos y la
cabeza son más grandes de lo habitual porque estaba destinado a un contrafuerte
del ábside de la catedral, en lo alto. Es todo un símbolo de la escultura renacentista
y universal.
Los cuatro esclavos pugnan por
salir de la piedra. Están inacabados pero mucha gente se pregunta si la
intención era dejarlos encerrados en la piedra en su lucha derrotada. Ese es el
debate que mantenemos con una española que va acompañada de un americano.
Observamos el San Mateo y la Piedad de Pallestrina. Miguel Ángel dejó muchas
obras inacabadas en Florencia. Partió hacia Roma, a donde se dirigieron la
mayoría de los artistas de la época, como Rafael, Leonardo, Fra Angélico o
Masaccio. La fuga de artistas de Florencia a Roma era una constante.
Después de rendir pleitesía a la
obra maestra las demás cobran un interés menor, quizá acuciadas por el tiempo
limitado que programas para ellas. Los que han esperado horas para entrar
probablemente se integren más con las obras del Duocento y Trecento, con
Giotto o con Lorenzo de Mónaco, bien representado y que no conocíamos. La sala
del Ottocento está cerrada, aunque la
puedes ver desde la entrada.
Leonardo tenía razón: “nosotros,
los pintores, podemos denominarnos los nietos de Dios por nuestro arte”.
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