Abundan las iglesias en la Toscana
y en la ciudad y la primera con que topamos es San Michelle, de fachada
sencilla de arcos ciegos y la decoración bicolor a base de mármol blanco y
negro. Se abren cuatro calles y la primera duda. Tomar hacia la derecha y bajar
por via Guarnacci hacia Porta
Florentina está descartado, que nuestro esfuerzo nos ha costado coronar.
Hacemos el tramo de via dei Sarti
hasta el palazzo Viti y el teatro Persio Flacco y giramos a la izquierda por via delle Prigioni. Asoma la torre del
ayuntamiento. Nos asomamos a las tiendas. Piedra vista, muros bien conservados,
buena señalización y carteles explicativos, que no hay que ser hostil con el
sufrido visitante.
Piazza dei
Priori es el centro de Volterra y la primera grata sorpresa, el primer regalo
de la tarde. El regalo lo forman el palazzo
dei Priori, el palazzo Pretorio y la
torre del Porcelino, del jabalí que la adorna. Es un hermoso conjunto.
-Es el producto de aquella
prosperidad de los siglos XII y XIII que no pudo arrebatarle la crisis
provocada por la Peste Negra de 1348, que asoló Europa. Pero su debilidad la
llevó a entregarse a Florencia en 1361. Los impuestos excesivos llevaron a la
rebelión y al baño de sangre ejecutado por las tropas de Lorenzo de Medici en
1472, que saquearon la ciudad, y a su repetición, brutal, en 1530. Habría que
preguntar a los actuales habitantes por sus sentimientos hacia los florentinos
después de aquellos precedentes.
La Commune sustituyó al obispo en los altos designios del pueblo. En
el centro de la plaza creció un olmo en torno al cual se reunían los
magistrados municipales para tomar las decisiones que afectaban a una población
floreciente. El triunfo del gobierno del pueblo sobre el religioso se
materializó en el palazzo dei Priori,
diseñado por el maestro Ricardo en 1.239, lo que le convierte en el más antiguo
de la Toscana. En el pecho de su fachada luce como medallas los escudos de los
magistrados florentinos y los adornos en terracota vidriada de Andrea della
Robbia. Los leones son florentinos, de 1.472, cuando pasó a ser sede del Capitán
de Justicia. El interior guarda en sus muros y salones excelentes frescos que
habrán de esperar a otra ocasión.
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