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Por el corazón de la vía Francigena 10 (2014). Alabastro y vampiros: Volterra.


 

El pueblo está encaramado en un monte y su perfil sólido, defensivo, amurallado, sale al paso de nuestra conducción. Rodeamos la montaña en busca de una puerta y un lugar donde dejar el coche. Lo encontramos ante la puerta Docciola.

Poderosas murallas las de Volterra. De origen etrusco, suben la empinada cuesta. La fuente Docciola queda tras la vigorosa puerta y llama la atención desde su tímido refugio con el sonido del agua. Será inmortal por los versos dedicados por D’Annunzio que se leen en el muro.

Ascendemos por la escalinata en silencio, como si se tratara de una prueba iniciática que nos purificara antes de alcanzar la población.



Ha querido mantener la población su carácter, su esencia y no venderse al éxito de la serie Crepúsculo, que sitúa a la familia Volturi en ella. Su filosofía es de turismo a pequeñas dosis para no alterar su personalidad. Ya lo advertía la guía: te cruzarás con más lugareños que turistas. Al final, la película se rodó en Montepulciano. Por cierto, el calabozo es el pub irlandés Quo Vadis. Las copas de vino tinto reemplazan a la sangre.

No buscamos vampiros, sí el espíritu del pasado que ha cristalizado en los muros de este hermoso y tranquilo pueblo.

Sin ajetreo, las puertas cerradas y las coladas al viento, es un pueblo real, no un preparado para turistas, agradable, en el que podrías estar paseando por sus calles sin aburrirte. Deambular por las callejuelas estrechas es suficiente espectáculo. Algunas calles más anchas no desmerecen de la combinación medieval y renacentista. El enlosado irregular está impoluto.

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