Mirad
la luz y considerad su belleza.
Parpadead
y volved a mirarla.
Leonardo da Vinci.
Dios existe... y ha llamado a
las puertas de Ryanair.
A las puertas de embarque, en
concreto, donde se provocaban situaciones dantescas impropias de un transporte
de élite-por decir algo, claro-como el aéreo. Sin duda, el escritor florentino
hubiera trasladado a algunos de los condenados del Infierno a estas puertas de
embarque, de haber vivido en esta época.
La causa de esta mejora en la
espera para el embarque se debe a la asignación de asientos-antes era de pago-y
a que las maletas de mano excedentes irán a la bodega. Ya no habrá aquellas
luchas titánicas por encasquetar los trolleys
en los compartimentos superiores. Incluso, dócilmente, los excedentes se
ofrecen, a llamamiento del personal de tierra, a no luchar: ceden sus maletas y
entran antes.
Más allá de esta gloriosa
experiencia, el madrugón nos deja achicharrados de sueño. Será conveniente
dormir algo para resistir adecuadamente el día. Será bastante largo.
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