As Travesas (Las Traviesas),
también pertenecía a la parroquia de Santa María de Beira. Cerca había un
castro al que no pudimos rendir visita. Nuestra visita fue a Casa Avelina, un
clásico del Camino Inglés. La Voz de Galicia
le había dedicado un artículo bajo el título “Antes del Apóstol, Casa Avelina”.
Llegamos por casualidad. Nuestra
intención era sellar las cartillas y continuar, pero nos acogieron con tanto
cariño que pedimos unas bebidas isotónicas, charlamos un buen rato y compramos
unos mecheros de recuerdo. No sé si fue Avelina o su hermana Mari Carmen quien
nos puso una banqueta a cada uno para descansar las piernas. Cuando envié la
foto, Juan recordó con cariño que a él también le agasajaron.
El bar era popular en la zona por
los torneos de tute. Sin embargo, su fama entre los peregrinos procedía del
trato familiar. Eran entrañables, un ciclón de cariño. “En este bar el
peregrino se siente como un nieto en casa de la abuela”, rezaba uno de los
comentarios que leí en Internet.
La vida de estas mujeres no
había sido fácil. En 1994, según leí, ardió su casa, murió su padre y enfermó
de cáncer su madre. Recibieron la ayuda y la solidaridad de sus vecinos y con
ánimo infinito se rehicieron para seguir sirviendo a todo aquel que se
aventuraba por esos lares.
Antes de reanudar el camino nos
animaron a acercarnos a la capilla de San Roque, santo muy venerado en la zona,
y del que se encargaban Avelina y Carmen junto al párroco. La capilla era
pequeña y tan entrañable como nuestras benefactoras. Juan me mandó el texto de
la oración a San Roque, que os traslado para que la rece quien quiera:
Dios y
señor nuestro, que con admirable providencia has dado a tu Iglesia los santos
para que fueran un modelo perfecto de todas las virtudes y los has constituido
además en nuestros protectores. Escucha las súplicas que por mediación de San
Roque te hacemos y alcánzanos las gracias y favores que te pedimos, si es para
gloria vuestra y bien de nuestras almas. Amén.
Cerca había un enorme carballo al que aconsejaban abrazar para
contagiarse de su energía. Aquí se celebró hace mucho tiempo una importante feria
y decían que los feriantes que descansaban a su sombra vendían más que el
resto. En el mismo entorno, el necesario cruceiro.
En 1871 tuvo lugar un hecho
trágico. Los feriantes, campesinos y ganaderos se rebelaron contra los
impuestos excesivos y la guardia civil, en su afán de defender a los
recaudadores, disparó a la multitud, mató a varios hombres e hirió de gravedad
a una mujer y el niño que llevaba en brazos.
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