Siendo aún príncipe el que
posteriormente ascendería al trono como Felipe II, se dirigió a La Coruña para
embarcarse hacia Inglaterra y desposarse con la reina María Tudor. En ese
transitar entre Santiago y el puerto de partida hizo noche en Sarandons, en
casa de hidalgos que debieron quedar muy honrados por la presencia de tan
importante personaje. Corría el año de 1554, según la inscripción que aparece
en una casa de estilo plateresco que adoptó en lo sucesivo el nombre del
insigne rey de las Españas.
Aquella ruta, que nosotros
tomaríamos en sentido inverso, hacia Compostela, se encontraba a unos 300 metros
de nuestro hospedaje. Era el ramal de La Coruña del Camino Inglés.
Nos despertamos perezosamente un
poco antes de las ocho. No era probable que vinieran a recoger nuestro equipaje
como inicio de la ruta del día, y si así fuera, nos avisarían de recepción. Me
lo tomé con calma antes de bajar las maletas.
Mientras Jose se duchaba y
arreglaba yo me entregué a ese sano ritual de secar la ropa y el calzado. Jose me
había ofrecido otras zapatillas, pero creí que podría secar las mías, una vez
que deseché la opción de calzarme las de trekking, causantes de la ampolla.
Para mi desesperación, al bajar a desayunar aún estaban mojadas.
Aunque ya no éramos los únicos
clientes, sí éramos los más madrugadores. Desayunamos solos y nos entregamos a
las santas calorías del pan de pueblo con tomate y jamón del bueno y un
bizcocho casero que aún nos hace relamernos al recordarlo.
Tras un nuevo proceso de secado,
esta vez definitivo y efectivo, nos pusimos en marcha poco antes de las diez. Bajamos
hacia la izquierda, revisamos brevemente el pueblo y empezamos una larga cuesta.
Por allí andaba el convento que formó parte de un priorato dependiente de San
Martiño Pinario, en Santiago. La Desamortización le había afectado de forma
negativa.
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