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Dos peregrinos en tiempo de pandemia 34 (Camino Inglés). Noche de tortilla y concierto.

 


El reto de la noche fue encontrar un restaurante donde deleitarnos con la famosa tortilla de Betanzos. Rápidamente nos llegaron varias opciones por parte de mi amigo Chema, que conocía muy bien la zona. Para nuestra desgracia, O´Pote, 1931 y otros más estaban completos. Nos habíamos confiado y no habíamos reservado. Nuestras gestiones nos llevaron a inspeccionar muchos de los locales de la zona de cañas. Terminamos en un bar pequeño y algo escondido con un camarero majo, pero que estaba a por uvas. Le pedimos un vino local y sirvió de una botella sin marca. Se mosqueó un poco cuando le preguntamos sobre el mismo. No estaba mal de sabor.

¿Qué singulariza a la tortilla de Betanzos? Lo primero: no lleva cebolla. Lo segundo: está poco hecha. Se le dan tres vueltas rápidas y se deja reposar un minuto. Como leí, es más melosa y casi líquida. La de nuestro bar había ganado un premio hacía pocos años y estaba deliciosa. Acompañamos la tortilla con unas zamburiñas.



Con la tripa llena y una sonrisa derivada de las cervezas, nos volvimos a adentrar hacia la plaza de la Constitución para bajar la cena. La noche nos regaló un concierto de jazz al aire libre del programa cultural de verano Be Cul a cargo de Grupo Vatapá. Aunque las sillas estaban separadas por la distancia de seguridad, lo que limitaba el aforo, encontramos sitio. La voz de la cantante era potente y nos hizo disfrutar.

Al final empezó a chispear. Regresamos al hotel cuando se animaba la lluvia.

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