El otro gran atractivo de
Betanzos lo constituía su casco antiguo y, especialmente, sus iglesias góticas,
sin olvidar el Museo das Mariñas, en el antiguo convento de Santo Domingo, el Centro
Internacional de la Estampa Contemporánea, sus casas tradicionales o sus
edificios modernistas. Todo ello quedaba abrazado por la confluencia de los
ríos Mendo y Mandeo que cabalgaban hacia el cercano mar.
Desde la plaza de Galicia
caminamos hacia la parte antigua, remontamos la cuesta que constituyó en otros
tiempos una convincente defensa natural, y por la Rúa Castro alcanzamos la
plaza de la Constitución. El peregrino disfrutaba de las tiendas, la zona
porticada, las terrazas o la iglesia de Santiago, que había sufrido alguna
restauración poco afortunada. La torre del reloj estaba adosada a la iglesia,
pero era parte del concejo.
Jose entró en una tienda con un
carácter muy especial, una almoneda o tienda de recuerdos y antigüedades que
cobraban un singular protagonismo por su carácter evocador. Todo estaba
almacenado o amontonado con un ordenado gusto, quizá con una bella aleatoriedad.
Le pedí a la dueña que me autorizara a hacer una foto y entablamos una breve
conversación. Al final, compramos unos recuerdos con mucho cariño.
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