En el último tercio del siglo
XIX, en concreto, en 1869 y 1871, Juan y Jesús García Naveira emigraron a
Argentina, como otros gallegos y españoles. Nuestro país había perdido el tren
de la industrialización y languidecía de forma permanente. Algunos de aquellos
emigrantes hicieron fortuna al otro lado del charco. Ese fue el caso de los
hermanos García Naveira. Juan regresó a La Coruña en 1893 y Jesús falleció en
1912 en San Nicolás de los Arroyos, Argentina, víctima de un accidente de
tráfico.
En 1899, ambos hermanos y
Rogelio Borondo se embarcaron en un viaje por Europa y visitaron Italia,
Francia y Suiza, muy al estilo de aristócratas y potentados europeos que se
empapaban de la rica cultura del continente. Rogelio Borondo dejó constancia de
ese viaje en su libro Memorias de un
viaje improvisado. De Betanzos a Nápoles en 1899. De aquel viaje los tres
indianos intrépidos trajeron todo tipo de objetos, conocimientos y
experiencias. Todo ello cristalizó en el parque del Pasatiempo.
Quizá si hubiéramos alcanzado el
pueblo antes de que cerraran la oficina de turismo nos hubieran informado en
ella sobre el parque y lo hubiéramos visitado por la tarde. Quizá nos hubiera
decepcionado su mal estado de conservación. El parque fue víctima de los
intereses urbanísticos. El 6 de febrero de 2020 había sido declarado bien de
interés cultural con nivel de protección integral. De lo que quedaba, claro.
Una parte de sus originarios 90.000 m² desaparecieron.
La estatua con los dos hermanos
en la plaza que llevaba su nombre era el homenaje de Betanzos a sus ilustres y
generosos ciudadanos. Los hermanos habían demostrado su amor a la ciudad
regalándole algo que fuera único y pusiera a la antigua capital de provincia en
el horizonte mundial.
En ellos encontraba algo del
espíritu peregrino. Es muy probable que nunca hicieran el Camino, y menos aún
el Inglés, que por aquel entonces estaba devorado por el olvido. El peregrino
goza de iniciativa y sacrificio. También de generosidad. Y esas cualidades tan
positivas confluían en los hermanos.
El lugar elegido fue al oeste de
la ciudad, al otro lado del río Mendo. La idea era un parque enciclopédico,
temático diríamos hoy, iniciático con una clara orientación masónica. Me
recordó, al contemplarlo en fotografías de Internet, a la Quinta da Regaleira,
en Sintra.
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