Nos recuperamos en el onsen, dejamos que entrara la noche y
salimos a cenar a un restaurante muy bien puesto. Estaba formado por varios
reservados, muy de restaurante tradicional. Estaba repleto de gente joven.
Dialogamos durante toda la cena.
Y uno de los temas que salió a relucir, con cierta sorna, fue el de los wáteres
japoneses.
En 1933, Junichiro Tanizaki
escribió, en su obra El elogio de la sombra,
una encendida defensa del retrete japonés:
"Siempre
que en algún monasterio de Kioto o de Nara me indican el camino de los
retretes, construidos a la manera de antaño, semioscuros y sin embargo de una
limpieza meticulosa, experimento intensamente la extraordinaria calidad de la
arquitectura japonesa. Un pabellón de té es un lugar encantador, lo admito,
pero lo que sí está verdaderamente concebido para la paz del espíritu son los
retretes de estilo japonés. Siempre apartados del edificio principal, están
emplazados al abrigo de un bosquecillo de donde nos llega un olor a verdor y a
musgo; después de haber atravesado para llegar una galería cubierta, agachado
en la penumbra, bañado por la suave luz de los shogi y absorto en tus ensoñaciones, al contemplar el espectáculo
del jardín que se despliega desde la ventana, experimentas una emoción
imposible de describir".
Lamento indicar que tras muchas
excursiones a los urinarios públicos, cuya red era envidiable en el campo y en
la ciudad, no pude sentir esa suerte de éxtasis que describe el autor. Eso sí,
la limpieza era absoluta y nunca faltaba el papel higiénico. Busqué ese
"cierto matiz de penumbra, una absoluta limpieza y un silencio tal que el
zumbido de un mosquito pueda lastimar el oído son también indispensables",
pero no lo hallé.
Era habitual que señalizaran
separadamente los aseos occidentales de los japoneses, que alguna vez utilicé,
pero esas estructuras parece que han quedado en el pasado.
Sin embargo, el futuro había
llegado a las tazas del water japonés, con perdón del lector. Porque una de las
primeras fotos que mandas a la familia y a los amigos por whatsapp es la de una tapa con su cuadro de mandos. En algunos
casos, hasta contaban con mando a distancia, para evitar incómodas
contorsiones.
Asustaba un poco porque no te
esperas un cuadro de mandos tan complicado como el de un avión de combate. Por
supuesto, las instrucciones vienen en japonés aunque Toto, la empresa líder,
Panasonic o Sony u otras marcas, se han esforzado para que los iconos sean fácilmente
interpretables.
Te sientas y notas un calorcito
tierno, aunque sea verano. El bidé va incorporado, con lo que te puedes
deleitar con un suave chorrito hacia las nalgas. ¿Quién no se ha entretenido
jugando con los botones aún a costa de algún susto leve? Al final, ocurre como
con las lavadoras: utilizas dos programas e ignoras el resto.
Tanto éxito han tenido estos
artilugios que los turistas chinos se las llevan a su país como los más
preciados souvenirs.
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