Hideyoshi, principal general de
Nobunaga, era de humilde cuna: un pequeño terrateniente. También, un hábil
guerrero y gobernante. Lo demostró al caer asesinado Nobunaga. En 12 días había
derrotado y eliminado al asesino y pudo controlar los acontecimientos.
“Convocó
una reunión de notables y colocó literalmente entre ellos al nieto menor de
Nobunga, que fue proclamado heredero, con un consejo de cuatro jefes del
ejército para gobernar el país. Semejante arreglo poco podía durar, y pronto
Hideyoshi, en su condición de regente, comenzó a concentrar el poder en sus
manos... El rival más peligroso, Ieyasu, se había mantenido distanciado de los
acontecimientos, pero ahora tomaba las armas con cierto éxito; no obstante, los
dos eran lo suficientemente realistas como para llegar a un acuerdo honorable,
y Hideyoshi quedaba ahora libre para terminar la obra unificadora de
Nobunaga".
En agosto de 1.597, sintiendo la
proximidad de la muerte, designó un consejo regente de cinco miembros en nombre
de su bastardo de cuatro años; Ieyasu no era uno de los cinco, pero se le
designó como custodio del niño. En septiembre de 1.598 murieron Hideyoshi y
Felipe II. Pronto comenzaron las intrigas de las fracciones; hacia 1.599 Ieyasu
recibía votos de apoyo de muchos daimios para que ocupara el castillo de Osaka.
Se formó en su contra una alianza occidental, pero estaba plagada de
divisiones, y en la gran batalla de Sekigahara fue derrotada desastrosamente.
Pasados unos días, Ieyasu se encontraba de nuevo en Osaka, en teoría
representando a Hideyoshi, pero, en la práctica, era el amo de Japón.
Curiosamente, los tres
unificadores de Japón estaban vinculados con Nagoya. Era el momento de visitar
el castillo.
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