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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 160. Hideyoshi y Ieyasu.


 

Hideyoshi, principal general de Nobunaga, era de humilde cuna: un pequeño terrateniente. También, un hábil guerrero y gobernante. Lo demostró al caer asesinado Nobunaga. En 12 días había derrotado y eliminado al asesino y pudo controlar los acontecimientos.

“Convocó una reunión de notables y colocó literalmente entre ellos al nieto menor de Nobunga, que fue proclamado heredero, con un consejo de cuatro jefes del ejército para gobernar el país. Semejante arreglo poco podía durar, y pronto Hideyoshi, en su condición de regente, comenzó a concentrar el poder en sus manos... El rival más peligroso, Ieyasu, se había mantenido distanciado de los acontecimientos, pero ahora tomaba las armas con cierto éxito; no obstante, los dos eran lo suficientemente realistas como para llegar a un acuerdo honorable, y Hideyoshi quedaba ahora libre para terminar la obra unificadora de Nobunaga".

En agosto de 1.597, sintiendo la proximidad de la muerte, designó un consejo regente de cinco miembros en nombre de su bastardo de cuatro años; Ieyasu no era uno de los cinco, pero se le designó como custodio del niño. En septiembre de 1.598 murieron Hideyoshi y Felipe II. Pronto comenzaron las intrigas de las fracciones; hacia 1.599 Ieyasu recibía votos de apoyo de muchos daimios para que ocupara el castillo de Osaka. Se formó en su contra una alianza occidental, pero estaba plagada de divisiones, y en la gran batalla de Sekigahara fue derrotada desastrosamente. Pasados unos días, Ieyasu se encontraba de nuevo en Osaka, en teoría representando a Hideyoshi, pero, en la práctica, era el amo de Japón.

Curiosamente, los tres unificadores de Japón estaban vinculados con Nagoya. Era el momento de visitar el castillo.

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