Asakusa fue famoso en la época
Edo por ser lugar de diversión y de libertinaje. Quedaba fuera de la ciudad y
hasta allí se desplazaba la población a correrse una juerga. Aún mantenía un
pequeño distrito de geishas.
Hasta la Segunda Guerra Mundial
fue un hervidero de teatros y cines. Es el ambiente bohemio y canalla que
describe magistralmente Kawabata en La
pandilla de Asakusa y que corresponde con 1929-1930. Pero los bombardeos
destruyeron la zona. Desapareció el Casino Folies, un teatro de revista sobre
el Acuario, la Torre del Metro o la de los Doce Pisos. Una parte se recuperó
manteniendo el estilo tradicional y la presión urbanística no acabó con sus
casas bajas y encantadoras. Lo que no recuperó fue su animación. Hacia la
izquierda quedaba el Asakusa Hana-Yashiki, el parque de atracciones más antiguo
de Japón, una curiosidad entrañable. Nada que ver con el impresionante Tokyo
Disney Resort.
Nuestros pasos nos habían
conducido hasta el templo más antiguo de Tokio, Senso-ji, que se remontaba al
siglo VII. Su fundación se asociaba a una hermosa leyenda. Dos hermanos,
pescadores, llamados Hamanari y Takenari, recogieron en sus redes mientras
faenaban una figura de Kannon, la diosa de la Misericordia, en el río Sumida.
Aunque la arrojaron varias veces al agua, la estatua regresaba siempre a la
barca. El gran señor de la zona, Hajinomatsuti, se interesó por ella y convenció
a los hermanos para que se la cedieran. El noble remodeló su propia casa y la
convirtió en un santuario. Los tres eran venerados como dioses en el santuario
Asakusa, a un costado del templo. Sintoístas y budistas volvían a demostrar su
perfecta armonía.
Como la figura fue encontrada el
17 de marzo, que correspondía al 17 de mayo solar, en ese mes se celebraba el
Sanja Matsuri, un festival que congregaba a dos millones de personas. Kawabata
relaciona en su libro los días de gracia de la diosa, en que una sola visita
podía valer hasta 46.000 visitas, como ocurría los días 9 y 10 de julio.[1]
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