Desde Gifu, se imponía la
llanura, una llanura bastante poblada.
Aproveché para repasar algunos
datos económicos del país y las relaciones comerciales con España.
Su renta per cápita (38.491
dólares, en 2.013, frente a casi 30.000 de España, en 2.014) y su PIB (5.007
billones de dólares, frente a los 1.393 billones de España) convertían a Japón
en un país próspero. El mayor peso lo mantenía el sector servicios (72,5 por
ciento en 2.013), seguido del industrial (26,3 por ciento). Estábamos lejos de
sus principales importadores y exportadores, China y Estados Unidos. La Unión
Europea era el tercero en ambos casos, aunque no nos llevábamos una parte
importante del pastel[1].
La deuda pública superaba el 200
por ciento a consecuencia de los “Abenomics”, las medidas de impulso de la
economía del Primer Ministro Abe que apoyaba el Banco de Japón, y el maremoto
de marzo de 2.011. Había crecido su déficit comercial. El paro era mínimo, el 4
por ciento. Durante el segundo y tercer trimestres de 2.015 su PIB se había contraído
dos décimas: habían entrado en recesión. La demanda privada era responsable del
60 por ciento de su economía pero se había contraído un 0,5 por ciento.[2]
Las exportaciones españolas habían crecido entre 2.007 y 2.013 (de 1.303,8 millones de euros a 2.216,5 millones de euros) y las importaciones habían bajado considerablemente (de 6.082,5 millones de euros a 2.407,7 millones de euros). Importábamos bienes de equipo y productos industriales (el 90 por ciento del total) y bienes de consumo (10 por ciento). España exportaba productos agroalimentarios (20,8 por ciento), bienes de consumo (13 por ciento) y el resto, dos tercios, eran materias primas, productos industriales y bienes de equipo. Los productos de química (27,5 por ciento), los productos energéticos (13 por ciento) y los equipos y componentes automovilísticos (8,3 por ciento) eran los elementos principales.
La inversión japonesa en España
se inició en la década de los 70, creció espectacularmente desde que nos
incorporamos a la Comunidad Económica Europea en 1.986, hasta mediados de los
90 y luego se estancó. En España se habían instalado unas 150 empresas
japonesas que empleaban a 30.000 personas. Las principales empresas españolas
en Japón eran Inditex, Freixenet, Codorniú, Adolfo Domínguez, Torres, Lladró o
BBVA.
Y, por último, el turismo. La
media de españoles viajando a Japón era de unos 45.000. En 2.011, por el
maremoto, bajó a 20.000. Los nipones nos ganaban en este aspecto. El mejor año
fue 1998, con 400.000 visitantes. Pero en 2003 bajaron a 150.000 por la
eliminación de vuelos directos y los robos a turistas japoneses. En 2.011,
último año del que encontré datos, fue de 334.000 turistas[3].
Había margen para incrementar
las relaciones.
Hagamos un paréntesis hasta
Nagoya, donde, por cierto, había un cónsul honorario.
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