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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 150. Casas tradicionales II

 


El templo podría haber sido un salón más. La habitación del buda iba precedida de una bien decorada sala para orar.

Recordamos otro haiku de Sodo que parecía compuesto para aquellas casas:

No tiene nada

mi choza en primavera.

Lo tiene todo.

Murohogi no Uta era una canción que se utilizaba para bendecir una nueva casa. En el rito sintoísta se había mantenido la costumbre de bendecir la tierra. Jichinsai era el rito para que los espíritus de la tierra no causaran calamidades mientras se construían los edificios. En la ceremonia de munaage shiki el sacerdote bendecía el proceso de construcción hasta que se colocaba el techo. Eran las ceremonias más habituales en el mundo de la construcción y existía una firme creencia en que, de saltarse este tipo de ritual, el futuro de la construcción no estaba asegurado. Cualquier protección era poca en un país tan sometido a las inclemencias del tiempo y los terremotos.

Continuamos hasta otras dos casas, la de la familia Nagasse, la del médico del pueblo, y la de la familia Kanda, que también visitamos por dentro. Después, nos dejamos llevar por el entramado urbano hasta la calle principal y sus tiendas.

El regreso nos permitió disfrutar del paisaje con un hermoso sol.

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