Para cenar no fuimos lejos. En
la calle, el movimiento era escaso. No tenía mucho sentido caminar hacia el
barrio antiguo ya que en el nuestro abundaban los restaurantes. Elegimos el de
Eiichi Araya.
Araya era un buen cocinero. Sus
manos moldeaban con soltura las piezas de sushi de estupendo sabor. Además, era
idéntico a Jackie Chan, como dos gotas de agua. Al parecido físico se unía su
gracia y buen humor. Como el actor, su vena cómica levantaba risas continuas.
También había tenido experiencia sobre los escenarios.
Se esforzaba por hablar en
español. Para ello, recurría a unas fichas o chuletas que iba completando cada
vez que intercambiábamos unas frases y alguna le resultaba útil o curiosa.
Cuando salieron los últimos
clientes, una de las mujeres era de poderosos senos, con lo que, muy expresivo,
formó con las manos unos pechos de mujer y dijo: pay pay (o eso entendimos). De ahí a preguntarnos el término en
español hubo un suspiro. Jackie Chan era incapaz de pronunciar la palabra
“tetas”. Con las repeticiones de unos y de otros, tetas por aquí y por allá, el
descojone fue en aumento. Acabamos inmortalizando el momento en nuestras
cámaras.
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