Fuimos buscando el templo
Gangoji, otro de los clasificados como patrimonio de la Humanidad. Realmente,
el barrio ocupaba los terrenos del antiguo templo. Algunos carteles informaban
del lugar donde estuvieron distintas estancias del mismo.
Infiltrarse por las calles era
un placer. No nos importó perdernos por el entramado y preguntar en varias
ocasiones para localizar Gangoji. Eso nos llevó a entrar en una tienda de
recuerdos y antigüedades donde compramos kimonos, muñecas y otros regalos para
la familia y los amigos.
En algunas casas colgaba un
muñeco rojo, el Migawarizaru, el mono de la buena suerte que impedía la entrada
del demonio y de los espíritus malignos.
El tamaño del templo Gangoji se
había reducido considerablemente a lo largo de los años, como ya habíamos
comprobado en otros grandes templos del siglo VIII. Este fue fundado
inicialmente en el siglo VI por Soga-no-Umako en la cercana Asuka. El clan Soga
había luchado contra los que consideraban el budismo una herejía que había
entrado de la mano del rey de Paekche, en Corea, allá por el siglo VI,
exaltando las bondades de esta religión para proteger al estado de sus enemigos
militares y de las catástrofes naturales. Éste rey mandó artesanos para la
construcción de este templo.
En 718, poco después del
traslado de la capital a Nara, se trasladó el templo a su emplazamiento actual.
Fue uno de los siete templos principales de la ciudad. En Asuka quedó el Gran
Buda. Era de la secta Shingon-Risshu.
Este tampoco lo vimos.
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