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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 114. Nara VIII-Kofukuji y la familia Fujiwara.

 


En el octavo año del reinado del emperador Tenji (el 669), la esposa del noble Fujiwara-no-Kamatari, Kagami-no-Okimi, construyó un templo rogando por la salud de su marido. Aquel templo, Yamashina Dera, fue trasladado a Nara cuando la ciudad se convirtió en la capital. Su vinculación con la familia Fujiwara le trajo prosperidad. Llegó a reunir 175 construcciones. Pero los sucesivos incendios y el olvido redujeron los subsistentes a un puñado que, no obstante, aún eran admirados y eran patrimonio de la Humanidad. Era el templo Kofukuji.

Las políticas anti budistas de la era Meiji, que obligaron a separar los templos budistas de los santuarios sintoístas, y que consideraba el budismo una religión extranjera, perjudicaron aún más al templo que permanecía como sede de la secta Hosso o Yuishiki.

Lo que más destacaba era la pagoda de cinco pisos, de unos 50 metros, la segunda más alta del país. Construida en 730 había sufrido varios incendios y reconstrucciones. La última fue en 1.426. Otra pagoda de tres pisos se encontraba más al oeste.

El edificio principal era el Salón Dorado Central. La lluvia había dañado la estructura y la había dejado inservible. Allí se encontraba bajo los plásticos y los andamios. Las estatuas se habían trasladado al Salón Dorado Temporal, edificado donde estuvo el Salón de los Sutras.

El Salón Dorado del Este era el pabellón mejor conservado, junto con el Salón Octogonal del Sur. Aún conservaba sus estatuas.

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