En el octavo año del reinado del
emperador Tenji (el 669), la esposa del noble Fujiwara-no-Kamatari,
Kagami-no-Okimi, construyó un templo rogando por la salud de su marido. Aquel
templo, Yamashina Dera, fue trasladado a Nara cuando la ciudad se convirtió en
la capital. Su vinculación con la familia Fujiwara le trajo prosperidad. Llegó
a reunir 175 construcciones. Pero los sucesivos incendios y el olvido redujeron
los subsistentes a un puñado que, no obstante, aún eran admirados y eran
patrimonio de la Humanidad. Era el templo Kofukuji.
Las políticas anti budistas de
la era Meiji, que obligaron a separar los templos budistas de los santuarios
sintoístas, y que consideraba el budismo una religión extranjera, perjudicaron
aún más al templo que permanecía como sede de la secta Hosso o Yuishiki.
Lo que más destacaba era la
pagoda de cinco pisos, de unos 50 metros, la segunda más alta del país.
Construida en 730 había sufrido varios incendios y reconstrucciones. La última
fue en 1.426. Otra pagoda de tres pisos se encontraba más al oeste.
El edificio principal era el
Salón Dorado Central. La lluvia había dañado la estructura y la había dejado
inservible. Allí se encontraba bajo los plásticos y los andamios. Las estatuas
se habían trasladado al Salón Dorado Temporal, edificado donde estuvo el Salón
de los Sutras.
El Salón Dorado del Este era el
pabellón mejor conservado, junto con el Salón Octogonal del Sur. Aún conservaba
sus estatuas.
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