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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 53. Soledad.


La consecuencia era en parte la soledad. La mitad de las personas solteras de hasta 35 años no tenía pareja. Y la cuarta parte no había tenido nunca sexo. Por eso se refugiaban en una existencia exclusivamente de ficción, como amantes virtuales. Los hikikomori no salían de su habitación y sólo vivían en el mundo de la red. En uno de cada tres hogares vivía una sola persona. En Tokio subía a una de cada dos.
El trabajo debía de quedar compensado con el ocio. En otro artículo publicado en Time se recogía otra información preocupante. La dedicación frenética al trabajo había provocado que los japoneses perdieran el hábito de divertirse. En aquella década de los 80, no sabían cómo emplear sus escasos momentos de ocio. Eso había causado graves problemas laborales como bajas por depresión o, incluso, suicidios. Ante esta tesitura, se crearon comités de estudio y decidieron mandar una especie de comandos para que informaran de cómo se divertía la gente en el mundo e implantar sus conclusiones. Uno de aquellos grupos recaló en Barcelona.
Parece que la experiencia fue positiva porque en los reportajes que leí posteriormente la gente se divertía y sonreía. Las zonas de ocio, como nuestro querido barrio de Shinjuku, gozaban de buena salud. Rectificar es de sabios. Aunque, ¿era suficiente?

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