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Yo me quedo en casa 77. El Atleta Michirón.


Museo de Artes Decorativas de Madrid

INFORME CLÍNICO

Historial: 69/2020.
Paciente: Atleta Michirón (alias).
Fecha de nacimiento: 2/6/1964 (aunque aparenta más).
Domicilio: XXX…(censurado por aplicación de la Ley Orgánica de Protección de Datos).
Entidad aseguradora: La Pendiente.
Antecedentes personales.
El paciente acude a nuestra consulta con problemas psicomotrices en fecha 11 de mayo de 2020, tras no remitirle ciertos dolores generales que serán concretados más adelante.
Confunde al celador con el médico.
Presenta un carácter poco atlético (fofo), con dos lorzas de carne a modo de michelines (el paciente los denomina “agarraderos del amor”) causados por la inactividad durante el confinamiento. La ingesta de comida y bebida que refiere es desordenada, brutal y continuada. Comenta que ha descubierto su vocación culinaria preparando platos complejos y saturados de grasas. Para ayudar a dicha ingesta salvaje se ha visto obligado a sustituir los dos litros de agua diarios aconsejados por seis latas de cerveza, media botella de tintorro peleón y dos gin tonics bien cargados.
Refiere cierta acidez. Se le aconseja acudir al especialista de digestivo.
Exploraciones.
La analítica practicada refleja niveles escandalosos de ácido úrico y colesterol que se salen de las gráficas al uso.
Preguntado por el tracto intestinal refiere que ventosea con mucha frecuencia y resonancia, lo que ha provocado las quejas de los vecinos.
Se le ausculta y no se alcanzan resultados susceptibles de aprovechamiento por la capa de grasa existente.
Al subir a la báscula, la misma no imprime el peso sino el aviso siguiente: por favor suban de uno en uno. Se le calculan unos 115 kilogramos que para su estatura de 170 centímetros es estruendosamente preocupante.
El pulso es normal.
Sin cirugías previas.
Al preguntarle si practica deportes, saca su carnet del Rayo Vallecano y la suscripción a una plataforma digital. Vamos, que no hace otra cosa que ver partidos con los amigos sentado en un sillón al no poder acudir al estadio. Refiere morriña con tendencia a la depresión por la ausencia de competiciones. Se procura animarle informándole de que se ha aprobado la reanudación de las competiciones oficiales.
Juicio clínico.
El paciente, que según se expresa en los antecedentes, es sedentario por vocación, después de varias semanas sin ejercitar los músculos, fue invitado por un grupo de amigos a celebrar la fase uno con una excursión en bicicleta. Reporta que aún se acordaba de cómo montar dicho elemento de transporte, pero las seis horas de pedaleo frenético le han dejado el culo como a los monos del zoo, expresión quizá poco científica pero muy ilustrativa, como afirma.
Los dolores que refiere podrían ser agujetas, como se consideró en un primer momento, pero en una segunda exploración, y a pesar de las enormes chichas, se aprecia una hernia de tamaño aún reducido, aunque con posibles complicaciones si no ceja en su empeño de seguir montando en bicicleta con el fin de ligar con una cuarentona de buen ver que es la organizadora de las excursiones. Para darse ánimos consume bollos casi sin parar.
Tratamiento.
Se le aconseja ponerse en manos de un gordólogo de confianza, lo cual desecha, proponiéndose como alternativa darle un par de bofetadas para que entre en razón.
Se le aconseja bajar de peso o romperá el cuadro de la bicicleta de carreras.
Referimos al paciente a vuestra consulta para que deje de comerse los sugus destinados a los niños.
Que Dios reparta suerte, compañero.
Atentamente.

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