San Andrés Xecul. Guatemala.
Fernando, un vecino, llama a la
puerta. Le ha llegado un requerimiento de la Agencia Tributaria por no haber
presentado la declaración de la Renta del 2018 y no sabe a quién recurrir. Se
le ve apurado, como todo el que recibe una comunicación de Hacienda, que no
suele escribir para mantener las amistades. Más bien todo lo contrario.
En condiciones normales hubiera
pedido cita previa y le hubieran explicado los pormenores de la carta, así como
las soluciones. Pero las oficinas de la Agencia están cerradas y cuando vuelvan
a abrir quizá se colapsen con la campaña de Renta de 2019. Le calmo (o al menos
lo intento) informándole que los plazos están suspendidos.
Tampoco localiza la información
del banco que podría darnos la pauta para la solución. Sólo percibe una pensión
por debajo del umbral para declarar, pero al percibir rendimientos de un
producto bancario parece que sí tendría que haber declarado. Como la sucursal
está cerrada no puede ir a pedir ese certificado. No tiene ordenador, pero si
lo tuviera tampoco sabría a qué dirección mandarlo. Pruebo con el teléfono de
la sucursal, por si hubiera alguien a pesar de estar cerrada al público, o por
si hubieran desviado la línea. Agua.
Parece que todo se puede
solucionar con un teléfono y un ordenador en esta época de hiperconectividad.
En parte, es cierto, siempre que sepas moverte en este ámbito o dispongas de
los elementos precisos. En esta situación ha quedado bastante claro. El
teletrabajo es una solución, pero no es la solución definitiva y universal.
Fernando echa de menos la gestión presencial.
La informática sobrepasa a mucha
gente, especialmente a los mayores. Yo me he ido adaptando y con cierta
cabezonería he solucionado muchos temas. Sin embargo, no me siento seguro. En
los aspectos técnicos cuento con la inestimable ayuda de mi sobrino Jose, que
siempre te orienta con certeza o bucea en el ordenador con la habilidad de un
almirante en un submarino que sufre mar de fondo. Pero, insisto, no demos por
hecho que todo el mundo está igual de capacitado.
La administración ha avanzado en
esa línea, aunque también ha caído en el error de que todo el mundo sabe
moverse con la administración electrónica. Hay sedes electrónicas demenciales.
Y eso dificulta el cumplimiento de las obligaciones. Mucho más en estas
circunstancias en que la gestión presencial es imposible.
Me gustaría comprobar que la
administración electrónica ha servido para mejorar la eficiencia de nuestra
burocracia. Me temo que en algunos aspectos no ha sido así.
Pues menos mal que ya tenemos un ministerio para nuevas tecnologías.
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