Atardecer sobre un poblado Hamer. Sur de Etiopía.
Buenas noticias: el test ELISA
de mi amigo Miguel ha dado negativo y abandona la cuarentena de mes y medio que
le ha dejado recluido en una habitación de su casa.
La noticia, no tan positiva, es
que no está inmunizado lo que confirma la arbitrariedad de este puñetero virus.
Los médicos dicen que no está claro que haya pasado la enfermedad, con el
cabreo correspondiente por parte del afectado. Puede tratarse de un falso
positivo en IgM, algo por otra parte frecuente.
Tuvo síntomas leves, pero
claros, y en su oficina se contagió un amplio número de compañeros. Teniendo en
cuenta que el 28 de febrero comimos juntos un grupo de amigos en el que ha
habido tres positivos confirmados, me temo que es muy probable que yo haya sido
contagiado, no sé si por ellos o por cualquier otra persona de mi entorno
conocido o anónimo. Sin embargo, no manifiesto síntoma alguno y, por supuesto,
sigo sin saber cuál es mi posición respecto a esta pandemia. Todo ello confirma
que estamos aún lejos de saber lo esencial del Covid-19, de su forma de
contagiar, de manifestarse y, lógicamente, de atajarlo.
Con sano sentido del humor nos
comentaba que había hecho limpieza en la habitación que le había servido de
guarida en la cuarentena y que habían aparecido tres escorpiones, dos
salamandras y un velociraptor, amén de otros elementos que, con propiedad, ha
calificado de mierda acumulada. Pepe, otro de los amigos, ha contestado que el
veneno de escorpión mata o inmuniza contra todo, con lo que está a salvo. El
velociraptor quizá es el culpable del falso positivo.
El test bueno, y posiblemente
infalible, me informan, es el serológico cuantitativo, con análisis de sangre.
Confirma si has generado anticuerpos y su nivel. Por encima de siete estás
inmunizado. Me alegro de recopilar estos pequeños y útiles datos por si alguna
vez me hacen un test, algo que veo complicado por su escasez. Desconozco cómo
se ha organizado el ritual para asignar a los elegidos que deben someterse a
los mismos. A quienes se lo han realizado, de mis conocidos, ha sido a costa de
la empresa.
Dos amigas comentaron que
regresaban al trabajo sin saber si les harían las pruebas antes de
incorporarse. Una, continúa a la espera tras una semana. A la segunda no le han
dicho nada. Eso genera intranquilidad ya que trabajan en edificios
“inteligentes”, esos en que la ventilación es imposible y que son un excelente
caldo de cultivo para la transmisión de cualquier enfermedad. Hasta ahora, el
mejor ejemplo lo ofrecía la gripe. El coronavirus supera todo lo conocido.
La esperanza de una vacuna es a
largo plazo. Desde luego, no antes de un año. Para una de gran fiabilidad algo
más. Algunos fármacos han demostrado su eficacia para controlarlo, aunque sin
resultados definitivos. Parece que habrá una tregua en verano y que en otoño
habrá que volver a tomar medidas restrictivas.
Y yo que creí que Elisa sería el
nombre de la mujer de mi vida.
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