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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 19. Parque Yoyogi.



El parque Yoyogi se asociaba con la Olimpiada de 1964 y, nuevamente, con las tribus urbanas, más en concreto con los grupos de música pop y rock.
En un extremo del parque se levantaban las instalaciones de aquellos Juegos que regularizaron la situación de Japón en el mundo. Habían transcurrido 19 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Anteriormente, el lugar había sido dedicado al despliegue de desfiles militares. Tras el conflicto se instalaron allí las tropas americanas. El estadio olímpico se alzaba en su perímetro. En 2020 Tokio volverá a acoger unos Juegos.
Lo primero que encontramos al entrar en el parque fue un grupo de gente practicando deporte, como si fueran los continuadores de aquel espíritu olímpico. Lo llamativo es que varios de esos deportistas eran personas mayores, bastante mayores, que corrían acompañados de guías. Había que mantenerse en forma y qué mejor prevención y compañía que alguien que cuidara de ellos. Porque los mayores en Japón aún son venerados y continúan teniendo un lugar importante en la sociedad, más en zonas rurales que en zonas urbanas.
El segundo grupo, al margen de los que entrenaban o se mantenían en forma, debía ser el de los músicos en busca del éxito, como anunciaba mi guía, o los grupos heterogéneos de juventud. José Ramón comentó que la administración había intervenido al haberse desmadrado el despliegue de tribus urbanas. Lo cierto es que nosotros no vimos rockabillies ni grupos musicales en plena actuación y tuvimos que conformarnos con algunas personas ensayando artes marciales, alguna escena de teatro o practicando taichi. El calor no animaba a despliegues que supusieran una actividad incompatible con la temperatura.
Los protagonistas a aquella hora del mediodía eran las familias. Los niños corrían y jugaban a la sombra observados por sus padres y sus abuelos. La escena familiar era hermosa y los chavales nos miraban con cierta curiosidad.
Avanzamos hasta el lago. Al otro lado, los jóvenes tomaban el sol sobre el césped en bañador. Las cigarras emitían un sonido ensordecedor.
Nos fuimos a la búsqueda de otro barrio y otras tribus urbanas. Nos esperaba Shibuya.

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