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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 28. Ginza III


Unos carteles desaconsejaban fumar mientras se caminaba, lo cual era muy sabio, ya que con el mogollón de personal que transitaba habría mucha carne quemada, mucha ropa con agujeros por las brasas incontroladas, se harían reverencias de disculpa o se liarían a guantazos de la forma más educada como consecuencia de los daños personales y materiales. No quedaba claro si en la calle estaba prohibido fumar o simplemente lo desaconsejaban.
Nacían así las smoking areas, urnas o apartados, auténticas reservas para los fumadores donde se concentraban los apestados para compartir el vicio. La conclusión es que no estaba bien visto. Desde luego, no encontrabas a nadie fumando con la despreocupación occidental.
Arturo nos invitó en una cafetería muy chic donde pudimos seguir contemplando a otra tribu urbana: los serraneros de Tokio. Aprovechaban para tomar té con pastas, un helado especial o una coca-cola. Se entretenían con el móvil o una tableta si estaban solos o charlaban en susurros imperceptibles si estaban acompañados.
En Chuo con Harumi, las dos avenidas principales, se alzaba el Hattori Clock Tower con su reloj en lo alto que recordaba al original del edificio construido por el fundador de Seiko Corporation, Hattori Kitari. Allí estuvieron los grandes almacenes Wako que fueron sustituidos por los Mitsukoshi. El edificio Sony, los grandes almacenes Matsuya y otros edificios y marcas nos deleitaron en el paseo. Nos desviamos por las calles secundarias, con menos ajetreo, y no nos decepcionaron. Incluso nos gustaron más porque había más galerías de arte y otro ambiente más cercano.
Pasamos por delante de Kabukiza, la sede del teatro Kabuki de la zona, yendo hacia el metro y el tren.

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