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El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 25. Palacio Imperial: santuarios.



En el interior del Palacio Imperial se encontraban los tres santuarios donde se realizaban los rituales del sintoísmo de la casa Imperial. Eran de uso exclusivo de la misma. El Santuario Central, el Kashiko-dokono, estaba consagrado a la antecesora mitológica de la familia Imperial. En su interior se custodiaba una réplica del espejo sagrado, una de las Tres Insignias sagradas del emperador. El original se custodiaba en el interior del santuario de Ise. Simbolizaba el espíritu de la diosa del Sol, Amaterasu. En el lado occidental del santuario central estaba el Templo de los Espíritus de los Antepasados, consagrado a los espíritus divinos de los emperadores precedentes. En el lado oriental, el Santuario de los Kami, consagrado a todos los kami del cielo y de la tierra.[1]
Aquel parque animaba a solazarse en el césped y descansar, como algunas personas disfrutaban, quizá residentes de la ciudad. Nosotros paseamos y subimos hasta la plataforma de la torre principal, Tenshudai. El contraste entre el jardín y la línea de rascacielos era como el contraste de tradición y modernidad. Al este se levantaban varios edificios modernos: el salón de conciertos Tokagakudo, el departamento de música y los archivos. Rodeándolos nos fuimos acercando hacia la salida. Detrás quedaban los jardines Ninomaru, un jardín japonés tradicional muy bonito y tremendamente relajante. Lástima que se acercaba la hora de cerrar.
Salimos por la puerta Hirakawa-mon, cruzamos el foso y nos deleitamos con las últimas fotos del palacio.


[1] De Sintoísmo. La vía de los Kami, de Sokyo Ono, páginas 29 y 30.

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