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Yo me quedo en casa 48. Menores sin causa.

Jardín Botánico de Madrid.

Se agotó el tóner de la impresora y me vi obligado a salir el viernes.
Realmente, el tóner se terminó hace diez días. Ha durado más de tres años. Cada vez utilizamos menos papel. La consigna de papel-cero ha calado en nuestro despacho. Por eso, no había necesidad de cambiarlo de forma inmediata. Sin embargo, me ha servido de excusa para salir a la calle. Me sentía enjaulado.
Hasta ahora, había salido dos veces a la semana, una para comprar lo fresco en la galería comercial, un pequeño mercado de barrio, y el resto en el supermercado. Lo más lejos que he llegado ha sido a unos 200 metros de casa. El viernes he caminado media hora, 15 minutos por trayecto. Pensaba si esa tarde tendría agujetas con tantos pasos. No ha sido así.
Salí algo amedrentado. En primer lugar, por si me encontraba algún policía y me pedía explicaciones. Llevaba una bolsa con el tóner agotado. Donde los compro los reciclan. Aunque me considero de verbo fácil, no me sentía demasiado inspirado para defender mi salida. La segunda razón era si me podía contagiar. En la calle me crucé con poca gente, alguna persona mayor que llevaba como coartada una bolsa para hacer la compra, gente con perro y un par de personas con niños. El viernes aún no podían salir con ellos a pasear. Desde luego, ninguno llevaba bicicleta o patinete, como se permitía en esa primera etapa.
De camino, mientras observaba con mirada hambrienta todo lo que me rodeaba, me he acordado de Marina, la hija de Maruja y Fernando, quizá porque hace unos días leí un mensaje de Maruja que criticaba que el Gobierno haya establecido que sólo los menores de 14 años puedan salir a pasear. Si no me equivoco, Marina tiene 17 años, con lo que aún no es mayor de edad. Según me cuentan, los mayores de 14 años ya no van al pediatra.
Marina es bastante responsable. Está en el último curso del colegio y se someterá a la prueba de selectividad, que no se sabe aún muy bien cómo se realizará. Presencial, sin duda, que no. La joven ha tenido que completar estas semanas de estudios de su casa, on line. Me imagino que la incertidumbre le habrá creado ansiedad, como a muchos otros jóvenes en sus mismas circunstancias. Vamos, que le vendría bien salir a dar un paseo.
Por qué el Gobierno ha establecido el umbral en los 14 años y no en los 18, cuando se ha alcanzado la mayoría de edad, es un misterio. O no he leído todo lo que debiera. La razón por la que les niegan el paseo es que han podido bajar a la farmacia o a comprar en el supermercado. Se les defiende del contagio, pero casi se les obliga a meterse en la boca del lobo de la contaminación vírica si quieren airearse. Es una contradicción.
Se atisba la salida al confinamiento con el inicio de lo que se ha denominado la desescalada, que va llenando páginas e informativos: que si cada comunidad autónoma programará la suya, que si este sector empezará antes que el otro, que ya veremos cómo se ejecuta sin que sea un desmadre.
Mientras, Marina seguirá recluida sin saber cómo hará la selectividad. En otro curso o en otra comunidad se hubiera acogido al aprobado general.

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