Jardín Botánico de Madrid.
Se agotó el tóner de la
impresora y me vi obligado a salir el viernes.
Realmente, el tóner se terminó
hace diez días. Ha durado más de tres años. Cada vez utilizamos menos papel. La
consigna de papel-cero ha calado en nuestro despacho. Por eso, no había
necesidad de cambiarlo de forma inmediata. Sin embargo, me ha servido de excusa
para salir a la calle. Me sentía enjaulado.
Hasta ahora, había salido dos
veces a la semana, una para comprar lo fresco en la galería comercial, un
pequeño mercado de barrio, y el resto en el supermercado. Lo más lejos que he
llegado ha sido a unos 200 metros de casa. El viernes he caminado media hora,
15 minutos por trayecto. Pensaba si esa tarde tendría agujetas con tantos
pasos. No ha sido así.
Salí algo amedrentado. En primer
lugar, por si me encontraba algún policía y me pedía explicaciones. Llevaba una
bolsa con el tóner agotado. Donde los compro los reciclan. Aunque me considero
de verbo fácil, no me sentía demasiado inspirado para defender mi salida. La
segunda razón era si me podía contagiar. En la calle me crucé con poca gente,
alguna persona mayor que llevaba como coartada una bolsa para hacer la compra,
gente con perro y un par de personas con niños. El viernes aún no podían salir
con ellos a pasear. Desde luego, ninguno llevaba bicicleta o patinete, como se
permitía en esa primera etapa.
De camino, mientras observaba
con mirada hambrienta todo lo que me rodeaba, me he acordado de Marina, la hija
de Maruja y Fernando, quizá porque hace unos días leí un mensaje de Maruja que
criticaba que el Gobierno haya establecido que sólo los menores de 14 años puedan
salir a pasear. Si no me equivoco, Marina tiene 17 años, con lo que aún no es
mayor de edad. Según me cuentan, los mayores de 14 años ya no van al pediatra.
Marina es bastante responsable.
Está en el último curso del colegio y se someterá a la prueba de selectividad,
que no se sabe aún muy bien cómo se realizará. Presencial, sin duda, que no. La
joven ha tenido que completar estas semanas de estudios de su casa, on line. Me imagino que la incertidumbre
le habrá creado ansiedad, como a muchos otros jóvenes en sus mismas
circunstancias. Vamos, que le vendría bien salir a dar un paseo.
Por qué el Gobierno ha
establecido el umbral en los 14 años y no en los 18, cuando se ha alcanzado la
mayoría de edad, es un misterio. O no he leído todo lo que debiera. La razón
por la que les niegan el paseo es que han podido bajar a la farmacia o a comprar
en el supermercado. Se les defiende del contagio, pero casi se les obliga a
meterse en la boca del lobo de la contaminación vírica si quieren airearse. Es
una contradicción.
Se atisba la salida al
confinamiento con el inicio de lo que se ha denominado la desescalada, que va
llenando páginas e informativos: que si cada comunidad autónoma programará la
suya, que si este sector empezará antes que el otro, que ya veremos cómo se
ejecuta sin que sea un desmadre.
Mientras, Marina seguirá recluida
sin saber cómo hará la selectividad. En otro curso o en otra comunidad se
hubiera acogido al aprobado general.
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