He salido un momento a la calle
y me he sentido confuso. He mirado hacia lo alto de los edificios buscando
gente en las ventanas y los balcones. El silencio era atroz. Me he sentido como
Charlton Heston en la escena final de El
planeta de los simios.
No tenía necesidad de salir. O
quizá sí y no era consciente de ello. La excusa era poner en marcha el motor
del coche. Después de 36 días ha arrancado a la primera. La batería que le
pusieron en febrero ha pasado con creces el control de calidad. No puedo decir
lo mismo de mi mente.
He dormido mal. Me he levantado
empapado en sudor, cansado, empanado. El café no ha sido suficiente para
despejarme. Me he puesto a trabajar y no me he enterado de nada. Vagaba como un
espectro al que le doliera la espalda y la cabeza.
Me he tumbado en el sofá y al
cabo de un rato he puesto música, a la que he hecho poco caso. No sabía muy
bien cómo salir de ese círculo vicioso de malestar. Empezaba a comerme el tarro
cuando ha llamado mi hermana Amparo. Le he explicado lo que me había ocurrido,
intentando matizarlo con humor, para no preocuparla. Mis hermanos se preocupan
por mi situación de aislamiento, por si la soledad me atenaza. Hablar con ella
un poco embarulladamente (mi desajuste mental lo provocaba) me ha sacado del
ensimismamiento atolondrado. Al hablar he expulsado ese tapón que frenaba mis
pensamientos y envenenaba mis sentimientos.
He sufrido una pequeña crisis.
Sin obsesionarme, he analizado lo que ha podido causarla: cansancio, las
molestias en la espalda, que no se ha recuperado, sed de socializar. En varios
artículos y vídeos mencionaban esos síntomas y daban pautas que no he seguido:
tomar el sol, aunque sea asomándome por la ventana abierta, un pequeño paseo,
aunque sea clandestino, unas rutinas más sanas.
Siento haberle dado la tabarra a
mi hermana, pero me ha salvado de un bache existencial. Habrá que tomar medidas
para evitarlo. Es una tarea inaplazable.
Jo,Carlos, pobre, pero te entiendo muy bien, esto es un carrusel emocional. ¡Pero ya queda poco, ánimo!
ResponderEliminarGracias Carmen. Con sernidad se supera todo. Habrá que volver a buscar el equilibrio.
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