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Yo me quedo en casa 27. Criminalidad y hackers.


Museo del Romanticismo. Madrid

Proteo era un dios marino que podía adoptar variadas formas y “tornarse en todos los reptiles que hay sobre la tierra, así como en agua y en viento o fuego”, como nos cuenta Homero en la Odisea (la traducción es de José Luis Calvo).
La mutabilidad puede ser una virtud en este mundo cambiante que nos ha tocado vivir y en el que nos instan a la innovación para no morir víctimas de la obsolescencia. Pero el adjetivo proteico, que procede del nombre de aquella divinidad, y que significa el que cambia de forma y de ideas, puede vincularse con aquellos que no mantienen su palabra, aspecto esencialmente negativo, también presente en nuestro universo más cercano.
Innovar o morir. También en el gremio del crimen se producen esos cambios para adaptarse al momento. Ya he comentado en alguna ocasión anterior, en tono de broma y al hilo de un video humorístico, que los ladrones se quejaban de falta de pardillos a los que saquear en la calle o de casas vacías que desvalijar. Por eso, han adaptado sus hábitos criminales.
Entre las montañas de mensajes que me llegan selecciono uno preocupante. Los canallas acuden a las casas simulando entregar una orden judicial. Saben el nombre y el DNI de su víctima, datos quizá obtenidos del padrón. Van armados y son peligrosos. Quien les abre está perdido. Los delincuentes pueden llamar a su puerta. Servicio a domicilio.
Más sofisticados son los hackers. Con la extensión del teletrabajo, las medidas de seguridad de las empresas no han podido ser implementadas en los domicilios, por lo que la vulnerabilidad de los sistemas es sensiblemente superior. La prensa informa de ciberataques para bloquear los sistemas informáticos de los hospitales, multiplicando el caos que ya impera en los centros sanitarios y con un desprecio absoluto por los demás.
El 25 de marzo la Agencia Tributaria publicaba en su web un nuevo intento de ataque mediante el sistema de phishing. La operativa es sencilla: un supuesto correo enviado por la autoridad fiscal en relación con una denuncia de facturas no declaradas. Las páginas a las que redirigen han sido ya bloqueadas. “La Agencia Tributaria insiste en que nunca solicita por correo electrónico información confidencial, económica o personal, números de cuenta ni números de tarjeta de los contribuyentes”.
Hay que estar alerta. El crimen no descansa ni hace cuarentena. El grado de maldad de la gente puede ser infinito.

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