Museo del Romanticismo. Madrid
Proteo era un dios marino que
podía adoptar variadas formas y “tornarse en todos los reptiles que hay sobre
la tierra, así como en agua y en viento o fuego”, como nos cuenta Homero en la Odisea
(la traducción es de José Luis Calvo).
La mutabilidad puede ser una
virtud en este mundo cambiante que nos ha tocado vivir y en el que nos instan a
la innovación para no morir víctimas de la obsolescencia. Pero el adjetivo
proteico, que procede del nombre de aquella divinidad, y que significa el que
cambia de forma y de ideas, puede vincularse con aquellos que no mantienen su
palabra, aspecto esencialmente negativo, también presente en nuestro universo
más cercano.
Innovar o morir. También en el
gremio del crimen se producen esos cambios para adaptarse al momento. Ya he comentado
en alguna ocasión anterior, en tono de broma y al hilo de un video humorístico,
que los ladrones se quejaban de falta de pardillos a los que saquear en la
calle o de casas vacías que desvalijar. Por eso, han adaptado sus hábitos
criminales.
Entre las montañas de mensajes
que me llegan selecciono uno preocupante. Los canallas acuden a las casas
simulando entregar una orden judicial. Saben el nombre y el DNI de su víctima,
datos quizá obtenidos del padrón. Van armados y son peligrosos. Quien les abre está
perdido. Los delincuentes pueden llamar a su puerta. Servicio a domicilio.
Más sofisticados son los
hackers. Con la extensión del teletrabajo, las medidas de seguridad de las
empresas no han podido ser implementadas en los domicilios, por lo que la
vulnerabilidad de los sistemas es sensiblemente superior. La prensa informa de
ciberataques para bloquear los sistemas informáticos de los hospitales,
multiplicando el caos que ya impera en los centros sanitarios y con un
desprecio absoluto por los demás.
El 25 de marzo la Agencia Tributaria
publicaba en su web un nuevo intento de ataque mediante el sistema de phishing. La operativa es sencilla: un
supuesto correo enviado por la autoridad fiscal en relación con una denuncia de
facturas no declaradas. Las páginas a las que redirigen han sido ya bloqueadas.
“La Agencia Tributaria insiste en que nunca solicita por correo electrónico
información confidencial, económica o personal, números de cuenta ni números de
tarjeta de los contribuyentes”.
Hay que estar alerta. El crimen
no descansa ni hace cuarentena. El grado de maldad de la gente puede ser
infinito.
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