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Una saga islandesa en autocaravana 152. En torno a Harpa y el puerto.



Sin duda, el edificio más emblemático de la zona era Harpa, el centro de congresos y conciertos de la ciudad, sede de la Orquesta Sinfónica de Islandia y de la ópera. Era una imponente estructura de cristal de color verde.
En el libro de John Carlin leí que estuvo a punto de no concluirse por la crisis de 2008. Se plantearon abandonarlo, lo que hubiera supuesto un duro golpe para el orgullo islandés. Era el gran símbolo de su desarrollo y pujanza económica. La ministra del ramo tomó la decisión de que fuera el gobierno quien financiara su terminación. Se inauguró en 2011.
Anunciaban visitas guiadas, aunque preferimos penetrar sin preguntar por las visitas y acabamos metiéndonos por todos los rincones. Había una convención de ingenieros –no había ningún español- y parecía que no habría inconveniente en visitar el interior. El patio central era luminoso y espectacular, con el juego de los ventanales y los espejos. El objetivo era aprovechar la luz natural. Un gran trabajo del estudio de arquitectos Henning Larsen, Olafur Eliason y Artec Consultants, Inc. Otra visita imprescindible.

Desde aquí nos acercamos al puerto, tanto al nuevo como al antiguo. Estaban en obras. En una explanada contemplamos una exposición sobre antiguos viajeros a Islandia, la emigración a América y las aventuras de los alemanes que llegaron al país tras la Segunda Guerra Mundial.
El casco viejo nos gustó inmediatamente. Era recoleto, silencioso y con muchos bares y restaurantes. Empezaba a hacer algo más de frío. Desechamos la idea de visitar la Settlement Exhibition, avanzamos hasta el Althingi, y la catedral luterana.

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