Foto del aeropuerto de Reikiavik. Autor deconocido.
En estos días he recibido
toneladas de mensajes, correos y noticias. Me fío de lo publicado en los
periódicos, que aún se preocupan de verificar las informaciones que vierten en
sus ediciones, digitales o en papel. Por redes sociales y por Whatsapp llega de todo, sin filtro, con
una presunción de veracidad que mucha gente admite sin ningún espíritu crítico.
Es el caldo de cultivo de las noticias falsas, las fake news, que se expanden más rápidamente que el coronavirus. Y
que pueden ser igualmente dañinas.
Entre esas “noticias” (las
comillas son necesarias para matizar su valor) me ha llamado poderosamente la
atención una que adjudican a Christine Lagarde, la directora del Fondo
Monetario Internacional (FMI). Dice así: “Los ancianos viven demasiado y eso es
un riesgo para la economía. Tenemos que hacer algo. ¡Y ya!”
Quizá sea cierto que lo haya
dicho. No ha habido ningún desmentido, aunque seguro que si lo hubiera no
correría tanto como el mensaje de base. Puede que lo dijera en un determinado
contexto para solicitar que la edad de jubilación se prolongue y con ello sea
sostenible el sistema público de pensiones. Fuera de esas hipótesis me
parecería una auténtica burrada.
Las personas mayores (y las que
tenían patologías previas) han sido las más castigadas por el virus. Muchos de
los fallecidos son mayores de 80 años, aunque ya afecta a todos los rangos de
edad. La interpretación más severa del mensaje sería de signo económico:
eliminando a los más mayores se alivia la economía. Esto me recuerda una
película de ciencia ficción de 1973: Soylent
Green.
La vi hace muchos años, por lo
que no me acuerdo exactamente de su argumento (se encuentra fácilmente en
internet) pero lo que nunca se me olvidó fue que a los mayores se les dejaba
morir. Al no haber alimentos y medicamentos para todos, a partir de una
determinada edad no se les administraban medicinas, salvo las paliativas del
dolor. Incluso, producían un alimento que tomaba como materia prima a los
humanos. Con ello se fabricaba Soylent
Green, que mejoraba a los productos procesados de uso general: Soylent rojo y amarillo. Soylent Green no se fabricaba con
plancton, como se afirmaba, ya que los océanos estaban contaminados. Se
fabricaba con humanos. Para su captación crearon El Hogar. Por 20 minutos de disfrutar de música y de la vida
anterior al desastre, por adelantar la muerte esos míseros 20 minutos, se
entregaba el cuerpo para que se convirtiera en alimento.
En este momento empieza a
plantearse una sobresaturación de la sanidad, tanto de la pública como de la
privada, que ha sido intervenida y puesta a disposición de la primera. Esa
saturación puede implicar que en un momento determinado haya que elegir entre
las diversas personas que acuden a urgencias o que necesitan una intervención
inmediata y salvar al que tenga más posibilidades de éxito, abandonando a su
suerte al resto. Algo que puede ser terrible.
Por eso son importantes las
medidas tomadas y quedarse en casa. Con ello aliviaremos el sistema sanitario.
0 comments:
Publicar un comentario