Mientras preparábamos el desayuno estudiamos los planos y la guía. Estábamos cerca de Krauma, un balneario al estilo del Blue Lagoon o de los baños de Myvatn, aunque menos masificado.
La fuente de las aguas termales era un afloramiento denominado Deildartunuhver, el mayor de Europa. Manaban 200 litros por segundo a 100 grados centígrados. Nos acercamos a las rocas, a pocos metros del complejo hotelero y los baños, y observamos aquella maravilla que producía un vapor denso y un horrible olor a huevos podridos.
En el balneario se mezclaba el agua ardiente con agua fría del glaciar Ok, el más pequeño del país. Las instalaciones eran lujosas y confortables. De haberlo sabido con tiempo hubiéramos organizado su disfrute la tarde anterior.
Los tubos que habíamos observado desde la carretera eran las canalizaciones para abastecer a las poblaciones cercanas en ambos sentidos, hacia Húsafell y hacia Bogarnes y Akranes. Tenía 64 kilómetros y cuando alcanzaba su destino aún estaba a 78-80 grados centígrados.
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