Foto de la exposición Lujo en la antigüedad, de Caixaforum.
Hace algunos años, Hacienda lanzó
una eficaz campaña de concienciación bajo el lema “Hacienda somos todos”.
Trataba de implicar a toda la población aunque, como decía un buen amigo mío, “sí,
somos todos, pero unos más que otros”.
En la asignatura de derecho
tributario, en la universidad, nos matizaron el concepto de justicia
contributiva, en el sentido de que había que tratar igual a los iguales y
diferente a los diferentes. Aquella idea caló profundamente en mi mente, máxime
cuando mis derroteros profesionales me han llevado a trabajar en el ámbito
fiscal.
Soy un autónomo peculiar, ya que
no cotizo por el régimen especial de trabajadores por cuenta propia (el de los
autónomos) al cotizar por una de las mutualidades alternativas, la Mutualidad
de la Abogacía, con lo que las medidas aplicables al colectivo de autónomos no
las podré aprovechar, al menos en su totalidad. No obstante, las he seguido con
interés profesional y personal. Soy un habitual lector del BOE.
Los sufridos autónomos están
pendientes en cada comparecencia del Presidente del Gobierno o de las ministras
de economía y hacienda del maná que alivie sus penas y sus maltrechas cajas y
bancos. No miran al cielo, miran a los medios de comunicación, se ilusionan con
algunas noticias esperanzadoras y se indignan con el erial de medidas, que no se
acuerdan de ellos.
A muchos autónomos el estado de
alarma les ha cerrado los negocios. En muchos casos, han podido acoplarse al
teletrabajo, con todos los inconvenientes y limitaciones que ello supone.
Además, muchos de sus clientes han tenido que cerrar también sus empresas por
las medidas gubernamentales o sufren similares circunstancias negativas. Aunque
parezca que el teletrabajo lo soporta todo, la realidad es muy distinta y la
actividad se resiente. La facturación, no digamos.
Esperaban como agua de mayo en
este cambiante marzo que el Gobierno les hiciera un guiño (¿y, de lo mío, qué?)
que no termina de llegar. Con timidez, se ha abierto una línea de avales, con
un primer tramo de 20.000 millones de euros. Servirá para dar liquidez, pero a
costa de endeudarse más y soportar una losa de financiación más pesada. Sin
embargo, la suspensión del pago de las cuotas de autónomos no llega, algo que
es un clamor.
Hace unos días se esperaba la
aprobación de esa medida. El presidente de ATA, Lorenzo Amor, lo daba por
hecho. Una rectificación bien acogida, se comentaba. Pero hasta que no se
publica en el BOE no tiene vigencia y los que somos perros viejos leíamos esas
noticias con escepticismo. El martes no la aprobó el Consejo de Ministros.
Agua. O un jarro de agua fría.
Es cierto que se puede solicitar
el cese de actividad y el cobro de la prestación correspondiente, con exención
de pago de cuotas. O, en último caso, darse de baja en la Agencia Tributaria y
en la Seguridad Social hasta que cambien los vientos. Habrá que analizar las
situaciones, pero es poco consuelo.
La Agencia Tributaria ha
demostrado poca empatía con los sufridos contribuyentes. Me recuerdan a los
recaudadores de los cuentos y de las películas históricas. Las Haciendas Forales
han sido algo más comprensivas. A la inicial suspensión de los plazos
administrativos siguió, pocos días después, el cambio de tendencia y la no
interrupción de los plazos tributarios de declaración e ingreso. El autónomo
que ha tenido que cerrar su negocio o que está teletrabajando va a tener que
buscar sus facturas para enviarlas a su teletrabajador asesor fiscal para que
haga como pueda las declaraciones de bienes en el extranjero (modelo 720) antes
del 31 de marzo, o las declaraciones del primer trimestre antes del 20 de
abril. Eso sí, le permitirán aplazar los pagos durante seis meses, los tres
primeros sin intereses. Y tendrá que observar con perplejidad cómo rocían de
ayudas y subvenciones a amigos y potentados.
El Gobierno nos pide Unidad (sí,
con mayúsculas) y los pequeños y fieles empresarios piden solidaridad,
comprensión. Se ha anunciado que no bajarían los sueldos a los funcionarios.
Luego, que se barajaba una rebaja del 2%. Reto a que encuentren algún autónomo que
no se acogería a una bajada del 2% en su facturación o en sus beneficios. Igual
con muchos trabajadores por cuenta ajena.
Que en la Unidad Hacienda seamos
todos. No unos más que otros. Quizá es que los autónomos somos más resistentes
que el coronavirus. Dios, qué buen vasallo si hubiera buen señor.
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