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Una saga islandesa en autocaravana 135. La cueva Vidgelmir y Hraunhellir I



“The Cave. Iceland’s mightiest cave”, rezaba la publicidad del folleto del tubo de lava más largo de Islandia, Vidgelmir.
Habíamos prolongado nuestro avance hacia el interior y habíamos llegado hasta Húsafell, un complejo hotelero desde donde partían varias excursiones al glaciar y a esta cueva. Húsafell fue una antigua parroquia suprimida en 1812 y reinstaurada en 1973 en la que hubo varias granjas. No entraba inicialmente en nuestros planes, pero tomamos la carretera 518 y nos fuimos adentrando en un paisaje dominado por un extenso y sobrecogedor campo de lava: Hraunhellir. Los musgos o líquenes le concedían un peculiar color verde claro. Era una imagen poderosa.
Al llegar al edificio nos informaron que el próximo recorrido salía en cinco minutos. La visita duraba hora y media. A pesar de que el precio era alto (6.500 ISK) nos decidimos. Nos advirtieron de que dentro hacía bastante frío, frío húmedo y penetrante que dejaba las manos y los pies ateridos. Nos entregaron un casco con un lumo y salimos al potente sol del mediodía. Atravesamos una parte de ese extenso campo de lava que habíamos observado desde lo alto de las cuestas de la carretera. Se extendía varias decenas de kilómetros.
Nuestro guía era un hombretón de unos 30 años de poblada barba que hablaba un perfecto inglés con acento british. Seguramente había estudiado en Gran Bretaña. Sabía un montón y lo dosificó bastante bien, con lo que su discurso fue muy ameno. Le temblaban las manos, que se mesaba sin cesar, probablemente porque no le gustaba hablar en público y le ponía algo nervioso.

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