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Yo me quedo en casa 1. Inicio.


Hoy es mi primer día de confinamiento. No es un simulacro.
Cuando ayer dibujaba en mi mente mi particular plan de contingencia fui consciente de que mis principales problemas serían el tedio o el aburrimiento, por una parte, y el mantenimiento de mi estado físico, por otra. Mens sana in corpore sano, que dirían los latinos.
Mi entrenador, Borja, comentaba que el buen tono físico ayuda a mantener fuertes las defensas, esas murallas inmunológicas que se fajan con todo aquello que intenta perturbar nuestro organismo. En mi caso, además, el cuerpo sufre especialmente con la inactividad, el sedentarismo y las malas posturas. He recuperado la tabla de ejercicios que me había aconsejado para ejecutar en casa y la realizaré con la misma disciplina que si me entrenaran para las Olimpiadas (pobrecitas, que pocas posibilidades tienen) o dependiera de ello mi cordura. Como en los últimos días mi tren inferior estaba bastante rígido, sumaré a la tabla otra con estiramientos. Mi espalda y mi cuerpo en general lo agradecerán. Como no me mantenga en forma entraré en depresión.
Contra el aburrimiento lo tengo más fácil. Ya he seleccionado tres libros de esos que por su grosor se han quedado en segunda fila, tapiados por la primera y más exterior de las estanterías, llorando por la falta de atenciones. Revisando mi biblioteca tuve la impresión de que los libros sin leer alzaban la mano, como colegiales que saben la respuesta a la pregunta del profesor, para aprovechar la ocasión y ocupar un lugar en mi corazón durante estos días de confinamiento voluntario. Realmente, tengo libros para cuarenta cuarentenas. Una buena ocasión para ponerme al día.
Al felicitar a mi cuñado por su septuagésimo cumpleaños me pidió música para el vídeo que prepara del viaje a Japón que realizaron hace unas semanas, el causante de su primera cuarentena voluntaria. Escarbando entre mis CD’s encontré una grabación de Kitaro, un artista que combina la música tradicional japonesa, la New Age y la electrónica. No recordaba lo curioso y magnífico que era ese disco. Además, estaba junto a otros discos de nuevas músicas (que lo eran cuando inicié la colección, claro) que ha resultado un filón increíble. Más deberes para el confinamiento.
Como me gusta escribir, he revisado proyectos inacabados. La lista es inmensa. Los he tenido que ordenar, darles número, como en el mercado, y pedirles paciencia porque mi capacidad es limitada.
¡Dios mío, cuantas cosas que hacer durante el confinamiento!

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