Entramos en la antigua iglesia,
ubicada junto a la moderna, que se consagró en 1996. La anterior había sido
desplazada desde su emplazamiento original hasta el lugar donde estuvo la casa
del poeta y jefe tribal. Unas fotografías ilustraban el proceso. Cerca del
ábside se conservaban los restos de las excavaciones con las ruinas de la
granja del siglo XIII.
La iglesia era de 1886-87 y sus
formas estaban inspiradas en la catedral de Reikiavik y en un chalet suizo. Era
de pequeñas proporciones aunque elegante y hermosa. Su elemento más valioso era
un órgano que había permitido convertir la iglesia en una excelente sala de
conciertos.
Nos trasladamos hasta el baño de
Snorri (snorralaug), una piscina circular del siglo X que conservaba las
piedras originales de su perímetro. Hasta ella se habían canalizado en aquellos
tiempos las aguas termales que debieron ser esenciales para la inspiración del
poeta y el descanso del guerrero. Parece ser que un pasadizo unía el baño con
la casa. En la actualidad, estaba cerrado.
Snorri dejó una importante obra.
Fruto de su interés por los reyes noruegos fue la Heimskringla, la
historia de los reyes de Noruega desde sus orígenes míticos hasta 1177. Ya
había otras obras sobre esa historia, que quizá le sirvieron para documentarse.
En ella se reflejan los mitos, leyendas, tradiciones, incursiones y hechos de
armas de aquellos antiguos pueblos escandinavos.
Otra de sus obras de referencia
fue la Edda Menor compuesta por un manual para la formación de poetas,
como un tratado de poesía, acompañado de un tratado de mitología que permitía
conocer a los dioses y héroes del mundo germánico. Se conservaban varios
manuscritos de esta obra, como el Codex Regius (que estuvo muchos años en
Dinamarca al ser regalada al rey Federico III), el Codex Wormianus y el Codex
Upsaliensis.
No se sabe con seguridad si fue
el autor de la Saga de Egil Skallagrimsson.
Hacia la ladera de la montaña
observamos una de esas casas típicas cubiertas hasta la mitad por la turba. Era
pequeña y daba testimonio de las penosas condiciones de vida en que vivieron en
el pasado. Más allá se desplegaba un bosque fruto de la reforestación y varios
senderos para solazarse.
Además, cerca de Reykholt estaba
el Centro de la cabra islandesa, imprescindible en todo recorrido por la zona.
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