La oficina de turismo estaba ubicada en el mismo lugar de la exposición “1238: la batalla de Islandia”, en donde, como rezaba su publicidad, “experimentar la sangrienta historia de Islandia”. En los alrededores del pueblo habían tenido lugar varias batallas de la época Sturland (por referencia a Snorri Sturlusson), la más agitada de la Edad Media, en que los diversos clanes se enfrascaron en una lucha fratricida que terminaría con la incorporación de Islandia a la corona de Noruega. Se podía participar en la batalla gracias a la tecnología 4D. También ofrecía importante información sobre las sagas.
No permanecimos en la población mucho tiempo, aunque el pueblo era atractivo con sus casas antiguas en armonía. Frente al Centro de información estaba el Centro de amigos de los frailecillos, que tanto abundaban en la zona. Hubiéramos podido acercarnos al Centro de visitantes de la curtiduría, otra de las riquezas tradicionales del lugar. Nos alejamos un poco del centro y buscamos un lugar tranquilo donde comer. Se hacía tarde. Llovía intensamente, por lo que aparcamos el vehículo y preparamos unos sandwiches que comimos en el interior. Al menos, las vistas sobre el pueblo y la costa eran agradables.
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