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Una saga islandesa en autocarvana 78. Askja y las Tierras Altas.


En la recepción del camping encontramos el anuncio de una excursión a Askja, una caldera de 50 kilómetros cuadrados en las Tierras Altas, hacia el interior. No estaba demasiado lejos, aunque la duración era de unas 12 horas, al discurrir por carreteras aptas solamente para todoterrenos y vehículos especiales (la F88).
Había visto algunas fotos de Lucía, que me parecieron impresionantes. Lo que menos nos atraía era la duración de la excursión, un día entero, y la alteración de nuestro itinerario. El precio, además, era alto.
Antes del viaje había leído completamente el capítulo de la guía sobre las Tierras Altas y había consultado a mis dos referencias, mi sobrino Javier y mi amigo Alfred. Ambos coincidían en que las maravillas que ofrecía la carretera de circunvalación y sus desvíos asumibles eran suficientes para llenar nuestro tiempo. Esas otras aventuras merecerían un nuevo viaje.
De haber optado por la excursión nos hubieran llevado por la carretera de circunvalación en dirección este y a la altura de Hrossaborg tomaríamos la F88, que acompañaba al río Jokulsá á Fjöllum, hubiéramos pasado por Herdubreidarlindir, hubiéramos observado el mágico y sagrado “rey de los montes, Herdubreid, y hubiéramos girado hacia el oeste hasta Drekagil, “el cañón de los dragones”. Askja estaba en las montañas Dyngiuföll. Hubiéramos comprobado que el lago Myvatn era un oasis en un desierto desolador, Odádahraun, “el campo de las malas acciones o de las violentas proezas”, de 4400 kilómetros cuadrados. Aunque impresionantemente hermoso.
La erupción de 1875 arrojó kilómetros cúbicos de piroclastos (material volcánico sólido) que cubrieron buena parte del país, llegando incluso algún fragmento hasta la Europa continental. Mató personas y ganados, destruyó granjas y provocó el éxodo hacia Norteamérica. Derrumbó una cámara de magma de 11 kilómetros cuadrados y esa depresión de 300 metros se llenó de agua formando el lago Öskjuvatn, de 220 metros de profundidad.
También creó el cráter Viti (cuya traducción sería infierno) en donde era posible tomar un baño, con las debidas precauciones.
No era de extrañar que ese ámbito hubiera sido utilizado por la NASA para entrenar a las misiones Apolo, se filmara la película Oblivion, de Tom Cruise, o acogiera escenas de Juego de Tronos.

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