Íbamos bien de tiempo con lo que comentamos la posibilidad de regalarnos la tarde en uno de los balnearios de lujo que ofrece Islandia. El más conocido es Blue Lagoon, cerca de Keflavik y el aeropuerto, quizá demasiado turistizado. La idea fue aceptada inmediatamente. Aún nos quedaba un buen puñado de kilómetros.
Myvatn Nature Baths era muy popular. Su precio era alto, no escandaloso. Ofrecía, además, la posibilidad de tomar una copa o una cerveza mientras gozabas de las aguas.
El aparcamiento estaba casi lleno. Nuestra idea se le había ocurrido a mucha gente. Qué mejor forma de acabar una jornada que con un baño relajante en las aguas termales. Vale, es una turistada, pero también los viajeros debemos disfrutar de estas cosillas.
Todo estaba impecablemente organizado y limpio, luz suave en la entrada, duchas amplias para quitarse la mugre antes de entrar en las piscinas… y un frío tremendo en cuanto salías al exterior.
Tres enormes piscinas a diferentes temperaturas distribuían a los clientes. No había que dudar mucho ni entretenerse para evitar empezar a tiritar. Las transiciones, rápidas. Nos acomodamos en la menos caliente y notamos que el cansancio se esfumaba. Era muy entretenido observar al personal que pululaba por las aguas: familias al completo que charlaban cariñosamente, niños que jugaban con el mismo entusiasmo que si estuvieran en la playa, parejitas dándose arrumacos, esculturales mujeres en bikini que curaron de forma inmediata mi miopía, chavalotes fanfarrones que trataban de impresionar a las macizas, batallones de gente haciéndose selfies, una chica que se despistó y se pegó una costalada, el camarero que sacaba una bandeja con cervezas. Incluso, una influencer mexicana que se hizo un book completísimo, lo que obligó al fotógrafo y a la ayudante a meterse en las aguas y recomponer la imagen de la famosilla.
0 comments:
Publicar un comentario