Mis dos referencias sobre Seydisfjördur eran en parte contradictorias. Mi amiga Yolanda no había podido alcanzar el pueblo porque la ruta había sido devorada por la niebla. Mi amigo Alfred recordaba las hermosas vistas desde la casa donde durmieron. Quizá por ello lo habíamos incluido en la ruta y necesitábamos realizar los 27 kilómetros de la carretera 93 con luz para evitar sorpresas.
El trayecto era muy bonito. La carretera se quebraba en curvas cerradas mientras bajaba hacia el fiordo encajado en altas montañas plagadas de pequeños regatos y cascadas que se deslizaban por sus pliegues.
Conducíamos al costado del lago Heidarvatn, un buen lugar para pescar truchas. El lago se convertía en el río Fjardará que desembocaba en el fiordo y en el pueblo, que se apreciaba acurrucado al extremo oeste. Quizá te suene la zona porque es el lugar por el que baja en monopatín Ben Stiller en la película La vida secreta de Walter Mitty. Poco después llegas al monumento a Thorbjörn Arnoddsson. La hermosa cascada Gufufoss la visitamos con calma al día siguiente.
Seydisfjördur fue fundada por pescadores noruegos en 1848, donde instalaron una pesquería que desapareció hace algunos años. Quedaron las hermosas casas de madera y la maravillosa naturaleza de su emplazamiento. El turismo sustituyó a la pesca, que aún se seguía practicando. Durante la Segunda Guerra Mundial hubo una base británica y estadounidense.
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