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Una saga islandesa en autocaravana 65. La cascada Hengifoss II.


No hay que olvidar periódicamente mirar hacia atrás y contemplar el lago, remontar hacia el sur y sus montañas, porque el río procede del poderoso glaciar Vatnajökull. La niebla debilitaba las imágenes. Al otro lado, el bosque.
Las colinas entre la cascada y el lago estaban completamente peladas y exhibían una pelusa verde que contrastaba con el sobrio color de la piedra. Más cerca, se abría el valle y formaba un ancho canchal.
La cascada nos recibió con estruendo. Parecía que estuviera recitando un conjuro. Su vertical línea blanca cortaba las líneas horizontales de los estratos marrones y rojos, una alargada nota en un sugerente pentagrama.

Las rocas de la cima eran amenazantes. Las que estaban caídas en el camino eran un aviso para no confiarse y meterse por cualquier resquicio, algo que sí hizo alguna gente con la que coincidimos.
Tómate tiempo y disfruta del paisaje. También del regreso.
Unas ovejas rechonchas y un poco cómicas nos acompañaron a la vuelta.

Nuevamente por la carretera 931 subimos en dirección norte hacia Egilsstadir. El paisaje nos resultó especialmente hermoso. Nos consoló de algún tramo de firme en mal estado.
Si hubiéramos seguido hacia el sur hubiéramos podido disfrutar del monte Snaefell, del paisaje de tundra húmeda y de una ruta circular con cinco cascadas, entre las que estaba Strútsfoss, tan espectacular como la que habíamos disfrutado. Pero eso deberá esperar a otra ocasión. Como avistar renos salvajes.

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